“Quizá haya en ello una suerte de obra de arte espiritual, sin conciencia de sí misma: una obra de arte que nace de lo informe, como un cristal, según leyes inmutables. ¿Quién sabe?” (Gustav Meyrink. “El Golem”)
Existe una creencia judía que atribuye a determinadas personas, tanto fieles como eruditos, dedicadas al estudio de los libros sagrados o las palabras divinas, la posibilidad de modelar y crear una criatura de barro.
Pero esta creencia se remonta a los orígenes de la humanidad ya que en la Torá se explica la creación del hombre: “Y formó pues el Eterno Dios al hombre, del polvo de la tierra, y sopló en las ventanas de su nariz aliento de vida; y fue el hombre ser viviente”.
La palabra “Golem” aparece en la Biblia (Salmos 139:16), significando en hebreo: 'masa informe' o 'sustancia inacabada'. Según la leyenda talmúdica, Adán fue un Golem durante las 12 primeras horas de su existencia, dando a entender que su cuerpo carecía de alma. Así como los alquimistas que buscaban la piedra filosofal, para transmutar los metales en oro, consideran que las leyendas acerca de la creación de “Golems” son de naturaleza meramente simbólica y se refieren al despertar espiritual de una persona.
El relato folclórico más famoso relativo al golem involucra al ilustre Rabbi Judah Loew ben Bezalel, conocido como el Maharal de Praga, un rabino del siglo XVI. A él se le atribuye haber creado al golem, un engendro de arcilla, para defender el gueto de Praga de ataques antisemitas.
Según la leyenda, la incapacidad principal del golem era la de poder hablar. Su boca estaba sellada. Para hacerlo funcionar existían dos maneras y podían utilizarse al mismo tiempo: una era colocarle un pergamino con la palabra Sheml, el elemento divino dador de vida, en la boca u otro orificio. Y otra era grabando en su frente alguno de los Nombres de Dios o bien la palabra emet (#1488;#1502;#1514;—"verdad" en hebreo).
Escritores y cineastas dedicados al género de terror han tomado del misticismo hebreo esa leyenda, y en la actualidad los hermanos, israelíes, Yoav y Doron Paz en "The Golem" (“Golem:la leyenda”), realizaron su propia versión del misterioso personaje, sobre un guion de Ariel Cohen. “Golem” es un thriller sobrenatural bien elaborado y muy personal. La película se asemeja a una mezcla de varios filmes sobre "Frankenstein"(desde 1915 hasta 2015), y " The Witch" (“La bruja”-2015, Robert Eggers),
En “Golem: La leyenda”, Hani Furstenberg interpreta a Hanna, una esposa hierática y una campesina rebelde, en una aldea lituana del siglo XVII, donde los judíos con frecuencia eran perseguidos por supersticiosos cristianos rusos, que en este caso utilizaron el tema de la peste para sitiarlos y atacarlos en violentos “pogroms”. Queriendo ayudar a su gente, Hanna ejercita lo que aprendió de la Kabbalah en forma oculta, ya que a las mujeres les estaba vedado realizar esos estudios. El mismo drama lo enfrentó Hipatía (Rachel Weisz en “Ágora”, 2009, de Alejandro Amenábar), varios siglos antes. Hanna para ello utiliza un conjuro que incluye las 72 letras sagradas y secretas de Dios crea un espíritu protector, un golem, que se parece a su propio hijo muerto.
La visión inteligente y diferente en el filme de los Paz es haber dado vida a un golem niño, no a un monstruo gigante. Este niño tiene la apariencia y la edad del hijo de Hanna cuando se ahogó. ¿Por qué un niño? Todos saben que no hay nada más cruel que un niño cuando se lo dirige hacia la maldad. Basta con recordar el entrenamiento nazi para que los niños desarrollen ciertas torturas y el de los comunistas para convertirlos en delatores y crueles asesinos de parientes y vecinos.
Otra de las variantes del filme es el acercamiento al feminismo al señalar que en aquella Lituania de 1600, como aún hoy en algunas aldeas especialmente en los espacios profundos de casi todos los países, las mujeres continúan siendo sometidas a procrear, cuidar la casa, cocinar, coser y tejer. Hanna, representa la transgresión de los roles de género con respecto a una sociedad sumamente conservadora.
En el caso de Hanna la pérdida de su hijo la lleva a concebir el golem y tener con él un acercamiento casi edipico, simbiótico, ya que las reacciones de ella son percibidas por el monstruito y actúa consecuentemente a esos pensamientos. La generación de una atmosfera oscura, depresiva, es una mirada que permite que se perciba en el filme una sensación de triste inquietud. Este efecto es gracias a una excelente fotografía, a una impecable dirección de arte, y un sonido muy bien articulado con la propuesta.
Gershom Scholem considera que el Golem aparece como una imagen simbólica del camino a la redención, el alma colectiva materializada de la judería, con todos los aspectos sombríos de lo fantasmagórico: Es en parte un sosias del héroe, un artista que combate por su redención y para sí mismo, y que purifica mesiánicamente a la otra parte, el Golem, su propio yo no redimido.
Otra interpretación indica que el Golem simboliza la creación de un ser sin libertad, inclinado al mal, esclavo de sus pasiones; si la verdadera vida humana no procede más que de Dios, entonces el Golem, en un sentido más interno, no es sino la imagen de su creador, la imagen de una de sus pasiones que crece y amenaza con aplastarlo, significa por fin que una creación puede exceder a su autor.