El amor es más fuerte
Puede parecer engañoso desde su trailer hasta su afiche promocional, pero Good time es mucho más de lo que aparenta y trata de vender. El título no hace justicia en absoluto a su desarrollo, la historia que se presenta es oscura, pero no por eso es menos emocionante.
Connie (Robert Pattinson) y Nick (Benny Safdie) son dos hermanos muy unidos. Mientras el primero busca a toda costa conseguir una vida que nunca tuvieron, el segundo tiene un retraso mental que le dificulta cada uno de los planes de su hermano. Un día planean un robo que sale mal y Nick es puesto en prisión, lo que llevará a Connie a tomar todas las medidas posibles para conseguir el dinero de la fianza y sacarlo de la cárcel.
La adrenalina que atraviesa todo el metraje de Good time es simplemente apabullante, no hay manera de que se pueda salir de la sala sin los nervios rotos o al menos sin sentir un mínimo de compasión por los personajes, más allá de que sepamos de entrada que no estamos ante simples marginados de la sociedad. El aura que envuelve al filme en su totalidad es de oscuridad y confusión, la imagen se vuelve sucia por momentos, pero todo contribuye a la recreación de ese submundo que los hermanos Safdie supieron construir, con Pattinson a la cabeza, por primera vez redimiéndose y alejándose de la sombra de Crepúsculo.
El guion lleva a la historia hacia un ritmo de pura vorágine en un principio, luego la narración se vuelve un poco tediosa con la incorporación de personajes secundarios que poco aportan al conflicto central, hasta que se llega a una conclusión tan vertiginosa como el inicio de la película.
Si bien el relato es potente en sí mismo, son las actuaciones las que se llevan los aplausos. Robert Pattinson supo dar con un proyecto que le permitió explotar (y explotarse) todo el potencial que ya demostró en otras producciones como Cosmópolis de Cronemberg. La dupla que hace con Benny Safdie es grotesca, pero a la vez inspira ternura, son hermanos que se valoran y eso se ve en cada toma, cada escena, cada diálogo.
Sin duda, Cannes fue el puntapié inicial que necesitaba esta película para poder surgir y correrse del mote “under” que pretendían inculcarle. Good time no es una simple propuesta indie, que lleva un actor conocido para captar un determinado público. Por lejos, es una de las mejores apuestas de lo que queda del año, teniendo todo a su favor, desde una narrativa poderosa y vibrante hasta unas actuaciones de primer nivel, junto con una fotografía que potencia todas y cada una de las facetas que esta película posee y de las que se regodea constantemente.
A partir de ahora, solo queda vivir la experiencia de ver este filme con ojos desprejuiciados y sin temor a encontrarse con un shock duro pero gratificante.