La dura razón del inmigrante
Esta es una historia de amores efímeros, de abandonos, de pérdidas, a las que Sergio Mazza desde la dirección, le otorga una serie de matices tan personales, como fascinantes.
Sergio Mazza, además de cineasta es artista plástico, por eso su cine está impregnado de silencios y si bien también incluye palabras, pocas son las imágenes y sus personajes, que con sus movimientos, sus gestos y su accionar, van redondeando una historia. Así lo demostró en sus películas anteriores "Amarillo" y "Gallero".
Como en esas, en "Graba" el espectador se queda con ganas de saber más de sus protagonistas. Eso es lo que sucede con la pareja protagónica, en este caso María (Belén Blanco) y Jéróme (Antoine Ronan Raux).
PARIS EN OTOÑO
El filme está ambientado en París, pero la ciudad que muestra Sergio Mazza, no es aquella de "Medianoche en París", de Woody Allen. En este caso no se trata de hacer turismo con la cámara, sino más bien mostrar una ciudad expulsiva, gris y desolada, durante un otoño que no es nada complaciente con su protagonista: una inmigrante argentina, joven, que trabaja clandestinamente en una fábrica textil e intenta que le otorguen un permiso de radicación, que nunca le será entregado.
Pero sí por un lado el director describe con su cámara, algunas situaciones que muestran la difícil situación de la protagonista, en su papel de inmigrante, incluso la impersonal charla que María tiene con una empleada de migraciones, la intención no es contar una historia de crítica social.
RETRATO VISCERAL
Sergio Mazza a cargo del guión y la dirección, eligió como en sus películas anteriores, mostrar un costado más existencial, íntimo de su protagonista.
El retrato que Mazza hace de su heroína, María, una excelente y conmovedora Belén Blanco, es prácticamente visceral, por momentos chocante, nos referimos a las crudas escenas de sexo, entre la chica y Jérome, un fotógrafo, de pocas palabras, que le alquila un cuarto en su casa a la joven. Ambos parecen querer descubrir a través del sexo, una posibilidad de encuentro, de acercamiento, ante las pérdidas que los dos han sufrido: él se acaba de separar y extraña a su hijo, ella se tuvo que hacer un aborto clandestino en la Argentina, por eso decidió huir hacia Francia, o a cualquier otro lugar.
Esta es una historia de amores efímeros, de abandonos, de pérdidas, a las que Sergio Mazza desde la dirección, le otorga una serie de matices tan personales, como fascinantes.
Belén Blanco resulta de una verosimilitud apabullante en su papel de María, la inmigrante, y Antoine Ronan Raux, como Jérome, el fotógrafo, es una precisa compañía actoral, lo que posibilita una muy buena química entre ambos.