Como mil y la madre
El estreno de esta película vino precedido de problemas de producción gigantescos. El director Marc Forster (Descubriendo Nunca Jamás, Más extraño que la ficción), elegido a dedo por el productor y protagonista Brad Pitt, aparentemente no supo encarar el proyecto y se mostraba demasiado dubitativo -fuentes internas de la producción señalaron que no existió un liderazgo claro, y que el rodaje fue una auténtica pesadilla-. Varios de los responsables del estudio quedaron disconformes con los resultados y pidieron que se reescribieran y volvieran a filmarse determinados tramos, hubo técnicos que fueron sustituidos en pleno rodaje, Brad Pitt intentaba controlar un proyecto descarriado y el director de fotografía, indignado por el trabajo de posproducción en 3D exigió que se quitara su nombre de los créditos. Para colmo, durante los tramos filmados en Hungría tuvo lugar una redada por parte de un grupo anti-terrorista que confiscó 85 rifles de asalto que iban a ser usados durante la filmación. Con este caos, el presupuesto del filme se disparó a 400 millones de dólares, y su estreno se postergó seis meses.
El resultado es desparejo, sin una unidad clara; la primera mitad es la típica película de cine catástrofe, de cámara temblorosa, destrucciones urbanas, multitudes desesperadas e indecisos mandamases. Lo más novedoso es lo que puede verse en el trailer: zombis que corren a toda velocidad y se mueven y se apilan como si fueran cucarachas, montañas de muertos vivos en movimiento que dan a entender que la amenaza es implacable y seguramente indetenible. Si la primera mitad es la típica película apocalíptica y de supervivencia –aunque con elementos de tensión mal explotados: la hija del protagonista tiene asma pero ese detalle prácticamente no se utiliza-, la segunda parte, levemente mejor, se parece a alguna de las Resident Evil, con un héroe intentando dar con una cura dentro de un extenso laboratorio repleto de fiambres caníbales.
Hay elementos que chirrían sobremanera: una de las pocas ciudades del mundo en que pudo detenerse el avance de la amenaza es Israel, gracias a que un científico visionario previó la catástrofe y convenció al estado de construir a tiempo un inmenso muro para defenderse de las alimañas invasoras. Mostrar a los israelíes protegidos, por un muro, de seres sucios y andrajosos, es algo por lo menos antipático, y difícilmente producto de la casualidad. Finalmente, la voz en de Pitt diciendo que es necesario prepararse para una guerra que “recién empieza” nos recuerda a cierta fantasía belicista y a la imperiosa voluntad de determinado statu quo norteamericano de dar con un enemigo común y con la oportunidad de demostrar su poderío armamentístico. Por más que los enemigos sean zombis, por más que todo venga planteado como un paquete de ficción, da bastante asco.