Brad contra los zombies
Llegando a sus 50, y cada vez más reconocido por su calidad actoral, Brad Pitt ahora se da el lujo de producir pelis en las que él se pueda divertir actuando. Y esto es lo que más se agradece en la apocalíptica Guerra Mundial Z, de Marc Foster. Es como si tantos años de multifacéticos papeles hubieran desembocado en este “juego a ser el héroe de carne y hueso que intenta salvar el mundo”, en pleno auge de películas de super-héroes.
Es también como si Guerra Mundial Z aunara todos esos componentes de producción-tanque de Hollywood, sumando algunos guiños a éxitos actuales (claramente, hay un oportunismo con el apogeo del sub-género zombie que supuso la serie televisiva The Walking Dead) y los dejara en manos del único actor que podía quedar creíble siendo un padre de familia que es llamado a salvar a la humanidad, justo cuando esta se empieza a devorar a sí misma.
El resultado de esta ecuación nos deja, sin embargo, un producto bastante ambiguo, en el que lo único realmente sólido son los dotes actorales de Brad y algún que otro momento bien construido. Como el clímax de la película, que se desarrolla dentro de un ambiente bastante minimalista totalmente opuesto a la magnanimidad de todo el filme.
En los momentos en que el director se juega por humanizar a los personajes, sin importar el valor que le dé a los diálogos (bastante flojos, dicho sea de paso), es cuando la trama es creíble y Guerra Mundial Z se vuelve mucho más disfrutable. Porque Pitt realmente se pone al hombro la trama y deja obsoleto los intentos de producción de hacer que el héroe viaje por todo el mundo para que el espectador se crea que el problema es a escala global, o poner personajes de relleno para que el susodicho no se las sepa todas y parezca menos invencible.
Y aún así, la película nunca levanta vuelo y se queda a mitad de camino en todo. No es ni una peli de acción, ni de terror, ni de aventuras. Es una mezcla fría de todo, queriendo abarcar mucho y apretando poco. No esperen el gore al estilo George A. Romero, ni el frenesí de 28 Días Después, ni la carga dramática de The Walking Dead.
Foster, responsable de obras como Monster’s Ball o Descubriendo Nunca Jamás que últimamente se volcó a hacer basuras de acción como 007: Quantum of Solace y otros desparpajos cinematográficos, nunca se decide a darle una impronta propia a la película, y eso le juega muy en contra, ya que su carrera demostró que cuando se jugó por la humanidad en la dirección de actores logró cosas más que aceptables. En esta película prefiere más el ruido y el choque visual. Y si hay algo que queda demostrado en producciones de zombies, es que se necesita darle humanidad a la historia. Es por eso que Brad Pitt está tan creíble, pero a la vez tan solo, tal y como los guionistas pusieron a su personaje a luchar contra la epidemia zombie.
De todos modos, un buen actor siempre necesita una mala película para mostrar que aún así puede dar algo digno. Y este es el caso de Guerra Mundial Z, donde este actor ya cincuentón hace las mil y una, y es creíble solo porque pareciera estar divirtiéndose mientras salva al mundo.