A los tiros y con cargo de conciencia
Jim Terrier (Sean Penn) integra un grupo de mercenarios que trabajan en el Congo bajo la fachada de una ONG, aunque en realidad responden a intereses de mineras internacionales que se benefician con los conflictos bélicos y revueltas civiles. Luego de cometer el crimen que le encargaron debe abandonar el país, dejando atrás a su grupo y a su novia (Jasmine Trinca).
Ocho años después, Terrier se encuentra en otra zona de Africa, realizando un trabajo más honesto -construye pozos de agua- y tratando de hacer las paces con su conciencia, hasta que tres hombres intentan asesinarlo. Luego de escaparse, comienza a rastrear a los ex miembros de su grupo y a contactarlos a través de Europa para descubrir quién está tras él y por qué. No tarda en descubrir que los hechos están relacionados con el crimen que le encargaron varios años atrás.
Así comienza una trama cargada de persecuciones, acción, armas sofisticadas, y por si eso fuera poco, Terrier descubre que su ex novia está casada con quien era su jefe (Javier Bardem), ahora convertido en un acaudalado empresario de seguridad, lo que le suma un triangulo amoroso a la historia.
Sean Penn interpreta a un sufrido héroe de acción, dándole demasiada intensidad a su personaje para un film que más allá de su trasfondo político, es una historia pasatista, con bastante violencia, y locaciones europeas por doquier, como si estuviéramos viendo un folleto turístico.
A pesar de las buenas actuaciones de Penn y Bardem, la película no se diferencia de otros filmes del mismo género, pero entretiene con una muy buena dirección que crea tanto escenas de suspenso, como de esas explosivas que muchos disfrutan, con el maldito pochoclo en mano.