Película italiana que data del 2015, “Hablemos de amor” (cuyo título en su traducción literal sería “Tenemos que hablar”) es una película dirigida por Sergio Rubini que apuesta a una historia teatral al mejor estilo “Carnage” de Polanski.
Si bien las relaciones, matrimonios que son o que no son, son el principal sujeto de conversaciones y discusiones de estas cuatro personas que terminan pasando toda una noche entre reproches, algunos gritos y algún llanto, también se exponen temas como las clases sociales, la amistad y las profesiones (en este caso dos profesiones bien diferentes, en la rama de la medicina o en la rama de la literatura).
Linda y Vanni (interpretado por el director) son una pareja de escritores, él el reconocido, ella la asistente que trabaja a su sombra. Viven alquilando una casa que desde afuera parece soñada, pero por dentro es defectuosa, mal cuidada y está llena de problemas.
La noche en cuestión ellos tienen una cena junto a un editor pero les mienten a sus amigos y les dicen que es su aniversario, para que puedan salir libremente ellos solos sin dar explicaciones. Pero Constanza acaba de descubrir que su marido Alfredo le estuvo siendo infiel y cae de prepo primero ella, y luego él, y de a poco la idea de la cena con el editor se va dilucidando a la fuerza.
Al final, durante poco más de dos horas y media, seremos testigos de discusiones que ponen en foco a dos parejas en crisis, cuyo motivo principal quizás sea el hecho de que guarden secretos entre ellos. Porque si bien una pareja es presentada como la ideal, de repente esta otra se va a terminar convirtiendo en su espejo y comenzarán a aflorar cosas que no se estaban diciendo.
La película que escribe el mismo Rubini junto Carla Cavalluzzi y Diego De Silva es una comedia dramática y se sucede todo en esa misma noche y en ese mismo departamento. Tal como su título lo puede predecir, es un film muy dialogado, sobre explicado siempre a través de lo que los personajes dicen. Y si bien expone aristas interesantes sobre la vida adulta (trabajo, economía, parejas) nunca termina de ser ni lo suficientemente profunda, ni lo suficientemente divertida, ni siquiera lo suficientemente atrapante como para generar algo de interés.
Quizás porque los personajes no son demasiado atractivos (la pareja que llega de visita es insoportable, juntos y por separados).
Hay en el principio y al final un detalle que podría haberse convertido en algo más y elevado el espíritu del film (dos momentos protagonizados por un pez), pero no termina resultando más que eso: un detalle de color y un intento vano por que la puesta teatral no se coma toda la película. A la larga, “Hablemos de amor” se torna reiterativa y cansina en sus eternos diálogos pobremente construidos que no dan pie a grandes reflexiones ni estudio sobre los temas que expone.