Alejandra Marino (El sexo de las madres) escribe y dirige un drama coral que se estrena dentro del “Programa de estrenos durante la emergencia” a través de CINE.AR TV y CINE.AR Play.
“Hay mucho dolor y mucha soledad en este mundo”, dice la dueña de un edificio antiguo de Buenos Aires que alquila sus departamentos a los protagonistas de Hacer la vida. Es que uno de ellos, un hombre que vivía solo en un monoambiente, zapatero, tartamudo, acaba de aparecer en su departamento colgado.
A lo largo de esta historia podemos conocer a personajes muy distintos entre sí que se caracterizan, antes que nada, por llevar cada uno un deseo fuerte pero, muchas veces, oculto. Así, una inmigrante ucraniana a la que todos apodan “la rusa” espera a su marido mientras recuerda mejores momentos y trabaja vendiendo café de manera ambulante; una joven tucumana trabaja como empleada de una señora que se muestra amable pero esconde un embarazo que, al salir a la luz, cambia mucho la actitud de esta mujer porque se relaciona con algo que no quiere y no puede; un muchacho aprovecha los momentos en que su novia bailarina sale a trabajar o a castings para vestirse con su ropa; una madre soltera que no encontró otra opción momentánea que volver a la casa de su madre que le resulta insoportable.
Los personajes se van cruzando entre sí y, en general, hay un buen y parejo desarrollo de cada uno. Sin embargo, el guion se mueve entre diálogos y situaciones muchas veces poco verosímiles.
A nivel cinematográfico no hay mucho para destacar. Lo cierto es que la mayor parte del relato se sucede a puertas cerradas, entre estos departamentos bien marcados, y la puesta en escena y la elección de la posición de la cámara en la mayoría de las escenas lo tiñe de un tono teatral.
Marino intenta tocar muchos temas actuales, en especial de género. Ahí vemos a una mujer que por ser gorda no consigue trabajo al punto de considerar, por un error, prostituirse. A un hombre que para conseguir que la mujer que le gusta se comporte con él del modo que desea la ata a la cama y por la fuerza. Al joven que disfruta de usar ropa de mujer y se siente bien con sí mismo recién cuando conoce a alguien que lo entiende y lo acompaña en ese juego. A la joven que apenas sabe escribir y se encuentra embarazada sin querer tenerlo pero no encontrando esa opción disponible. A la larga, Marino quiere contar demasiado o, mejor dicho, hablar de muchas cosas. Y lo hace de un modo serio, a veces melancólico y en otras con un tinte de ternura, como una necesidad de ser optimista más allá de todo.
Hacer la vida es un drama coral que parte de ideas y temáticas atractivas pero no consigue una historia verosímil y bien narrada. Mientras a nivel dirección tampoco consigue destacarse, sí consigue buenas actuaciones de parte de su variado elenco.