Déjenlo arder
Se podría decir que Halloween Kills (2021) por lo menos parece mucho más volcada a reproducir los engranajes tradicionales del slasher y no sufre de la evidente indecisión de su predecesora, Halloween (2018), obra que deambulaba algo mucho perdida entre la tragedia de traumas arrastrados en el tiempo, aquel thriller de venganza por encarcelamiento y el susodicho slasher de adolescentes atolondrados asesinados en secuencia, sin embargo lo cierto es que el film anterior era más atractivo a nivel general y estaba mejor construido porque en comparación Halloween Kills ya se asemeja a una secuela improvisada, tonta y burda a más no poder que no sólo cae en la redundancia y en la colección de secundarios innecesarios, pretensiones corales de por medio, sino que además no agrega nada nuevo a las décadas y décadas de franquicia, empezando por Halloween (1978), una película menor del acervo del eterno John Carpenter que copiaba los latiguillos de los giallos de Dario Argento y Mario Bava en línea con el homicida misterioso, las tomas subjetivas más o menos esporádicas y la incompetencia total de la policía, esa que le permitía a diversos exponentes de nuestra sociedad civil encarar sus investigaciones para en primera instancia identificar al loco, casi nunca una caricatura tan poco imaginativa del cuco como Michael Myers, y en segundo lugar arrestarlo o -llegado el caso- incluso matarlo, una eventualidad que solía ocurrir debido a que el querido psicópata en cuestión siempre ofrecía resistencia.
Si el opus del 2018, dirigido y escrito por el mismo director de la presente, David Gordon Green, hizo todo lo posible para saltearse Halloween II (1981), aquella agradable película que en buena medida transcurría en un hospital y nos ofrecía el giro melodramático de que Myers era el hermano de su bella archienemiga Laurie Strode (Jamie Lee Curtis), en esta oportunidad Halloween Kills confina a Strode -de nuevo- en un hospital, producto de la batalla del último acto del convite previo, y al mismo tiempo, como decíamos, llena al relato con una retahíla de burgueses aburridos con destino de víctimas siguiendo una y otra vez el mismo formato expositivo, léase escena de presentación de cinco minutos, primer indicio de acercamiento por parte de The Shape y carnicería fugaz reglamentaria. Green demuestra ser un incompetente absoluto para generar suspenso, miedo o un mínimo interés en el espectador para con lo que acontece en pantalla, y esto hasta pareciera reconocerlo sistemáticamente a lo largo del desarrollo porque atiborra a la propuesta con flashbacks incomprensibles, situaciones descabelladas que tiran por la borda la idea de humanizar a Myers y demasiadas referencias nostálgicas y huecas mediante cameos muy berretas de actores del pasado de la saga. Para colmo de males el cineasta pendula entre una fotografía apaciguada clasicista e instantes cuasi videocliperos posmodernos que parecen sacados de una publicidad boba que licúa el quid de la masacre, embelleciéndola a pura contradicción.
Los problemas de Halloween Kills son varios y abarcan la noción de seguir utilizando de manera maniática a Curtis, una veterana con más de 60 años que empezó interpretando a una niñera púber y que ya no está para andar haciéndose la luchadora freak a toda pompa, precisamente por ello aquí su participación es mucho menor que su homóloga del opus anterior, luego viene la idea de continuar atando cabos con el pasado como si a alguien realmente le importase la correlación de personajes y situaciones en un slasher sustentado en las muertes coloridas y siempre cruentas, de allí que no funcione prácticamente nada en Halloween Kills porque todos los diálogos de pretendida profundidad dramática caen en el absurdo en un contexto de matanza non stop a instancias de una fuerza ya sobrenatural e imparable como el tremendo Michael, y en último lugar viene el doble anhelo de por un lado seguir aprovechando la dinámica de cofradía femenina de abuela/ Laurie, hija/ Karen (Judy Greer) y nieta/ Allyson (Andi Matichak), un planteo en esta ocasión totalmente desaprovechado, y por el otro lado apostar fuerte a una turba proclive al linchamiento y encabezada por Tommy Doyle (Anthony Michael Hall), uno de los sobrevivientes de la carnicería del film de 1978, lo que ahora genera la muerte de un inocente cual sospechoso facilista de la muchedumbre encolerizada y bien ciega, un sujeto al que llevan a arrojarse desde una ventana del hospital sin que medie un ápice de sutileza narrativa, humana o ética.
Quizás lo mejor del trabajo de Green, un director de dramas y comedias del rubro indie que mucho no sabe de cine de género duro y se nota, es la música de Carpenter, su hijo Cody y Daniel Davies, nada menos que el vástago de Dave Davies de The Kinks, y el importante peso del gore y esto tiene que ver con el hecho de que una de las productoras involucradas es la de Jason Blum, un especialista en terror que no teme meterse a pleno en la masacre y por lo menos en ese apartado ser fiel a la franquicia, no obstante en Halloween Kills no hay ni un gramo de erotismo, otro componente fundamental del slasher desde siempre, ni tampoco de trasfondo cinematográfico artesanal debido a que la película que nos ocupa está imbuida de la impersonalidad y la velocidad maquillada de paciencia del mainstream que pretende apuntar a los adultos pero sin descuidar a los adolescentes, malinterpretándolo todo, segmentándolo desde la iconografía marketinera idiota y volcando a la película en su conjunto hacia el terreno de un híbrido que no deja satisfecho a nadie por su carácter convulsionado, remanido, torpe, lelo e inconducente, siempre caminando y caminando sin llegar a ningún lado a escala discursiva porque no hay ni un maldito personaje interesante, el metraje es por demás excesivo, el regreso del Doctor Samuel Loomis es irrespetuoso para con el inolvidable Donald Pleasence y las actuaciones resultan insólitamente flojas y derivativas. Lejos del dejo inconformista e irrespetuoso de las muy disfrutables entregas de Rob Zombie, Halloween: El Comienzo (Halloween, 2007) y Halloween II (2009), y ni siquiera llegando al mega trash del ciclo que va desde Halloween 4: El Regreso de Michael Myers (Halloween 4: The Return of Michael Myers, 1988) hasta Halloween: Resurrección (Halloween: Resurrection, 2002), Halloween Kills lo único que despierta es ganas de que dejen en paz a The Shape o lo maten de una buena vez, en sintonía con los gritos de “déjenlo arder” de Strode cuando ve a los bomberos yendo a apagar el incendio destinado a finiquitar la existencia de Myers, una que hasta los fans más acérrimos y descerebrados de la saga ya no pueden tomarse en serio porque se ha transformado en un significante vacío, otrora the boogeyman y ahora un maniquí que no asusta ni fascina ni sorprende a nadie…