Dirigida por Eduardo Albergaria y escrita junto a Carlos Arthur Thiré y Fernando Velasco con la colaboración de Ana Cohan, Happy Hour: dale espacio a tu deseo bucea en la crisis de mediana edad de un hombre al que se le ocurre que quiere tener una relación abierta.
Pablo Echarri en Happy Hour: dale espacio a tu deseo es Horacio, un argentino radicado junto a su mujer e hijo (un hijo que pertinentemente viaja y los deja solos) en Brasil. Un “escritor frustrado devenido profesor universitario dándole la bienvenida a lo inesperado”, como se define a sí mismo. Es que al empezar la película, las fichas de lo absurdo de la vida le caen cuando cae, literalmente, un hombre sobre el capó de su auto. Un ladrón que imita al Hombre Araña al trepar edificios y entrar a las casas. Después de esa escena inicial el relato retrocede a ese día más temprano, sólo para volver a los pocos minutos a la caída y sus consecuencias.
Horacio se convierte en héroe para el público y esto repercute también en la vida de su mujer: una diputada cuya carrera de repente toma vuelo al postularse como alcadesa junto a un compañero de fórmula con el cual no coincidían. No obstante, lo que importa es la imagen y eso es algo que se puede armar, manipular.
La anécdota que alimenta gran parte del relato surge cuando Horacio, dando clases, habla de darle espacio al deseo y una alumna intenta seducirlo. ¿Por qué no? Lo piensa pero no hace nada porque es un hombre casado y no cree en la traición. Así se le ocurre hablarlo con su mujer y propone una relación abierta. Pero el concepto de traición, o el de infidelidad, son distintos para ellos.
El problema principal de apoyarse en este tema (que en la historia no tiene el peso suficiente, por eso termina quedando relegada a algo casi anecdótico) es que nunca se profundiza demasiado. Por un lado, tenemos el punto de vista del marido: un hombre que tras quince años de casado se da cuenta de que sigue amando a su mujer pero no quiere perder la oportunidad de tener otras experiencias. Sin embargo siempre que expone el tema es desde su lado, es a él a quien le interesa, es él quien quiere, es él quien debería.
La mujer tiene cosas más importantes que pensar con su trabajo. Al principio hay una escena en la que Vera expone de manera textual el machismo al que se encuentra sometida pero luego cae en esas trampas, cuando apela a lo superficial, a la imagen, incluso a través del uso de unas gafas que no necesita para que pueda tener un look más intelectual. Y por supuesto, la imagen de mujer casada con un hombre que acaba de revelarse como un héroe resulta fundamental.
A grandes rasgos, Happy Hour: dale espacio a tu deseo sólo se preocupa en bucear en la crisis de mediana edad de Horacio, y allí cae en muchos lugares comunes, partiendo desde el mencionado hecho de sentirse atraído por una estudiante, claro, una mujer mucho más joven. El primer largometraje de ficción del brasilero Eduardo Albergaria plantea la crisis de pareja desde su perspectiva y le cede a su personaje la voz en off, una voz que especialmente durante la primera parte del metraje resulta excesiva.
También está Luciano Cáceres rondando, con un personaje que a simple vista aporta poco y nada y luego, al menos, le brindará una nueva perspectiva sobre las cosas a su protagonista.
Cuenta con una buena fotografía, que sabe aprovechar, en especial, de los exteriores, de los paisajes que el lugar le regala, pero la banda sonora, al igual que la voz en off durante gran parte del relato, resulta invasiva.