A diferencia de lo que uno podría suponer desde el título, Historias de caballos y hombres no es la película ideal para los amantes de los caballos. Es que este film nórdico que apuesta a la comedia negra es bastante crudo a la hora de mostrar cómo los seres humanos somos capaces de utilizar a los animales para el bien propio.
Historias de caballos y hombres remite a diferentes anécdotas de unos pueblerinos rurales y el modo en que se relacionan con sus caballos, de un modo poco afectivo, como si fueran meros instrumentos. El film es el primer largometraje del islandés Benedikt Erlingsson, quien nos entrega acá personajes caricaturescos y situaciones prácticamente ridículas o imposibles. Además no teme mostrar escenas fuertes (que no pretendo describir pero les digo, no apta para impresionables) aunque le agrega ese tono de humor absurdo y negro que apenas aliviana la situación.
El relato es más bien monótono y ninguna de las historias se destaca demasiado por sobre la otra. Incluso las metáforas y los paralelismos (como la relación que se tiene con la actividad sexual, los caballos y los hombres) están servidos sobre la mesa, lo que le da mucho aire de cine de autor pero también algo amateur.
Es cierto que su fotografía es muy buena y algunos planos muy acertados (como los planos detalle de los ojos de los caballos que observan en silencio a su protagonista y dan comienzo a cada una de las historias que éstos protagonizan) y un prolijo trabajo de cámara, no obstante el film termina siendo un producto bastante frío. Extraña y sin dudas arriesgada, Historias de caballos y hombres tenía bastante para destacarse pero más allá de algunos buenos momentos, es una sátira bien filmada que no termina de ser lo suficientemente profunda, que se mueve entre el drama grotesco y la comedia negra y deja una sensación poco agradable e incómoda, especialmente por las vivencias a la que se muestran sometidos los animales, más allá de que al final aclaran que ninguno sufrió.