Es una de las figuras más evocadas y respetadas del cine. Tanto para hablar de lo comercial, del Studio y Star System como para hablar del tan polémico cine de autor, el hombre es figura puesta entre los ejemplos. Y sus películas hablan por sí solas: cuando las ves, no dudás del por qué de su fama.
Este retrato de la vida del director cuando realizaba una de sus películas más conocidas (Psicosis), empieza con el claro retrato de sus entrevistas y de cómo gustaba de presentarse. Eso ya es una estaca directa al corazón cinéfilo. Después nos lleva por el vértigo del día después del estreno, de la repercusión de las críticas y de cómo el artista vive en esa constante nebulosa de pensar que a lo mejor nunca vuelve a tener la oportunidad de hacer una película.
El guión es simple y está enfocado en él y en la dinámica que quiere explotar con su mujer. Sus romances platónicos con sus rubias y los celos de las páginas de otros junto con sus muchos fantasmas (como el de ver a un asesino imaginario como su muso inspirador) demuestran que el genio detrás de la cámara mucho tenía que ver con los genios que dormían en la misma habitación. Sin embargo, el director, Sacha Gervasi, se muestra convencional en el planteo.
Una ambientación correcta, con un vestuario acorde (mucha saturación de colores para dar esa estética “de película pintada”) que nos lleva al corazón del estudio en esos años en los que el cine clásico llegaba a su fin y los exteriores empezaban a ser un must en los sets.
La actuación de Anthony Hopkins me fascinó. Tal vez porque he visto millones de entrevistas a Hitch y sé su capacidad de ser increíblemente simpático y meticuloso para hablar sin que se le escapen mayores gestos pero todo lo afectivo y el carácter de la película recae en la Alma de Helen Mirren. Con su capacidad de no achicarse frente a nadie en pantalla, construye a esta mujer compleja, que siente el frío de la sombra del marido y que al mismo tiempo es la que construye ese monumento.
El elenco de reparto incluye a Jessica Biel, Scarlett Johanson, Toni Colette y Ralph Maccio (sí, Daniel San de Karate Kid). No están mal pero sus apariciones con casi guiños a la película que se está creando más que ser una construcción real sobre un personaje. Funciona porque lo importante es la dinámica del matrimonio.
Una película tierna, para amantes del cine que encuentran esos guiños y esos gestos como un espacio directo para soñar con la maravilla del celuloide naciendo…aún con violines de fondo y una ducha sangrienta.