Cuando los diques se rompen…
Sinceramente no hay nada más patético que un film que pretende ser industrial sin serlo, que busca construir un melodrama lacrimógeno sin lograrlo y que desea generar tensión en “puntos álgidos” de su trama sin siquiera acercarse al simple hecho de despertar un mínimo interés. Vaya uno a saber cuál sería el público específico de Horas Desesperadas (Hours, 2013), si los lelos fanáticos de la “saga basura” que comenzó con Rápido y Furioso (The Fast and the Furious, 2001), si los adolescentes que practican rituales onanistas con el malogrado Paul Walker o los cuarentones que buscan un exploitation de Lo Imposible (The Impossible, 2012), siempre prestos a sacar sus pañuelos en las escenas que lo ameriten.
A decir verdad la premisa -de antemano- prometía porque ofrece un engranaje minimalista que podría haber reducido la estructura narrativa a su esencia, proponiendo un eje sobre el cual disparar variaciones: Nolan Hayes (Walker) ingresa a un hospital con su esposa Abigail (Genesis Rodriguez) en trabajo de parto, sin mayores preámbulos la mujer muere dando a luz a una beba prematura y los doctores le comunican que la niña debe estar por lo menos 48 horas asistida por un respirador artificial. El Huracán Katrina, en la New Orleans del 2005, aporta el “contexto trágico” necesario para que la electricidad desaparezca y al protagonista no le quede otra opción más que permanecer encerrado en el centro de salud.