Un desastre tutelado por la codicia
En su “modalidad catástrofe”, Hollywood suele balancear el tono pomposo chauvinista y el espectáculo pirotécnico, algo así como los dos extremos de un mismo concepto que gira alrededor de la lucha por la supervivencia: mientras que el discurso y los emblemas patrioteros obedecen a la celebración del mercado local y al fetiche del país del norte con eso de interpretar a toda gesta como una epopeya que reivindica a los estadounidenses, el cúmulo de secuencias de acción -en cambio- se corresponde a la dosis de adrenalina que reclama el género y a los intereses más “neutrales” del resto del globo. Ahora bien, casi siempre los esfuerzos por equilibrar los tantos duran poco ya que el asunto en su conjunto tiende por regla general hacia el sermón pronorteamericano y así la experiencia termina socavando lo que podría haber sido un retrato sincero de la debacle de turno y sus efectos.