Todo parece ir bien en la vida del joven Nathan Harper (Taylor Lautner): vive con sus padres, va al colegio secundario, sale a divertirse con amigos, se siente atraído por Karen (Lily Collins), su vecina y amiga de la infancia... Un adolescente normal, que sin embargo no logra comprender por qué todas las noches tiene extraños sueños ni por qué su padre lo entrena en boxeo y otras disciplinas de lucha. Las cosas se pondrán más extrañas cuando, durante un trabajo escolar, descubre por Internet que podría ser un niño que lleva años desaparecido. Y ahí la verdad le cae como un mazazo: su verdadero apellido es Price y sus progenitores no son tales sino agentes que quieren protegerlo. Protección que no dura mucho más, ya que el muchacho comienza a ser perseguido, golpeado y tiroteado por espías extranjeros y hombres de la CIA. Nathan deberá salir con vida y resolver el misterio de su verdadera identidad.
La película es, ante todo, un vehículo para Taylor Lautner, famoso por interpretar a Jacob Black, el licántropo que sufre por amor en los films de Crepúsculo. Si bien tiene presencia, garra y pasta de héroe de acción, todavía está verde como para llevar adelante una película él sólo. Eso sí: para alegría de las chicas, no pierde la oportunidad de andar con el torso desnudo.
Lautner está acompañado por otra cara joven: Lily Collins, hija del otrora baterista y luego cantante de Génesis Phil Collins. Karen, su personaje, es la chica de la película, pero que sabe defenderse cuando la situación lo amerita. A la actriz pronto se la verá como Blancanieves en un film todavía sin título definitivo, con Julia Robert haciendo de la Bruja.
Los secundarios sí son actores con larga trayectoria. Sigourney Weaver es una psicóloga que esconde un secreto, Alfred Molina encarna a un agente de la CIA en el que resulta difícil confiar. Jasón Isaacs y María Bello componen a los “padres” de Nathan. El sueco Michael Nyqvist hace del villano, un espía de origen serbio. Nyqvist, conocido por su papel de Mikael Blomkvist en las películas de la serie Millennium, basadas en las novelas de Stieg Larsson (empezando por Los Hombres que no Amaban a las Mujeres) repetirá su rol de mal tipo en la inminente Mission: Impossible - Ghost Protocol.
John Singleton sigue siendo el director más joven en ser nominado a un Oscar, en 1991, a los 24 años, por Los Dueños de la Calle, la historia de un grupo de amigos en un suburbio de Los Ángeles. Continuó haciendo films en esa línea: Sin Miedo en el Corazón, con Janet Jackson; Higher Learning, sobre disturbios universitarios; Rosewood, acerca de tensión racial, y El Rey de la Calle. Luego demostró que podía hacer películas mainstream, con secuencias de acción y espectacularidad: Shaft, Más Rápido, Más Furioso, Cuatro Hermanos. Por supuesto, Identidad Secreta forma parte de este último grupo, pero, como en todas sus obras, hay una marca autoral: personajes que tratan de lidiar de la violencia que les rodea. De todos modos, ésta es su película más convencional, menos atrevida, como si se tratara de un simple encargo y nada más.
En cuanto a las influencias, los primeros minutos recuerdan a Espías sin Rostro, en la que River Phoenix descubría que sus padres eran espías soviéticos en un vecindario estadounidense. Con el correr de las escenas, el personaje de Lautner deriva en una versión teenager de Jason Bourne, el espía amnésico que interpretó Matt Damon en Identidad Desconocida, La Supremacía Bourne y Bourne: El Ultimátum.
Identidad Secreta es una pequeña historia de espionaje, con cero pretensiones, y funciona, más que nada, como un aperitivo para los fans de Crepúsculo, quienes deben estar contando las horas para el estreno de Amanecer - Parte 1.