Igor, el bueno
El nombre Igor está asociado en el imaginario popular a la figura del ayudante de los científicos maléficos. La vuelta de tuerca en esta película es que ese personaje secundario pasa a ocupar el centro de la escena, cuando descubre que tiene talento para abandonar la servidumbre y competir en una Feria de Ciencias.
Es una coproducción animada franco estadounidense en la que la influencia de los europeos aflora en el hecho de que los personajes son un poco sofisticados para el entendimiento de los niños. Pero nunca se sabe.
El diseño visual es una delicia, y es cierto que se parece ligeramente al estilo de Tim Burton. Sin embargo, la propuesta es encantadora.
Igor, el bueno, tiene un formato que recuerda el empleo de marionetas para contar historias, y es un homenaje a las películas clásicas de monstruos, en especial a Frankenstein, en virtud de lo cual tiene un toque de “romanticismo gótico”
De hecho, el relato de cómo Igor lucha por ser reconocido como un auténtico científico, sigue adelante con éste tratando de crear un monstruo intimidante, y así captar la atención del jurado encargado de premiar a los participantes de la Feria de Ciencias.
Pero lo que sale del experimento de cuerpos cosidos y electrificados es una adorable mujerona incapaz de hacer daño a nadie, y por la cual el protagonista empieza a sentir un cariño entrañable.
Según los creadores de Igor, el bueno, ésta pretende ser una pequeña película independiente, a ser descubierta por los espectadores, y sin la ambición de competir con gigantes de la animación como Pixar, Disney o el estudio con el que Steven Spielberg creó a Shrek.
Pese a ello, esta producción no es una aventura improvisada y desvalida, sino que ha sabido armar su revuelo en Norteamérica y Francia, principalmente gracias a la contratación de grandes estrellas (como John Cusack, Steve Buscemi, John Cleese o Christian Slater) para poner las voces en la versión original. A su vez, el director es un veterano del género, ganador del Oscar por filmes como Lilo & Stitch 2.
La galería de seres que desfilan por el filme es imperdible. Sobresalen los dos aliados de Igor, un cerebro encerrado en una esfera de cristal, y un conejo un poco demasiado irónico, así como el rey de Malaria, el país donde transcurren los hechos.
Mucho humor, buena música y cantidad de acción, son las directrices de Igor, el bueno.
Una virtud: las canciones incluidas en la banda sonora, cantadas todas por Louis Prima.
Un pecado: puede resultar un tanto “rara” para los niños.