Incendies

Crítica de Damián Serviddio - Suplemento Espectáculos

Dos hermanos gemelos, Jeanne y Simon Marwan (Mélissa Désormeaux-Poulin y Maxim Gaudette) son citados por el notario de su madre Nawal (Lubna Azabal) para hacer la lectura del testamento y última voluntad de la mujer. Allí descubren que su padre –a quien creían muerto desde hace años- está en realidad vivo y que poseen un hermano mayor al cual su madre dio en adopción a los pocos segundos de haber dado a luz. La misión encomendada por su madre, es que ambos encuentren a sus familiares perdidos y les entreguen sendas cartas escritas por ella días antes de fallecer.
Jeanne decide viajar de inmediato a Oriente Medio para reencontrarse con el pasado de una familia de la que no sabe prácticamente nada mientras que Simon, enojado por los caprichos póstumos de una madre que siempre se mostró distante y poco afectuosa con ellos, tardará un poco más en decidirse a recorrer el país de sus antepasados siguiendo los pasos de la juventud de Nawal.

Esta adaptación de la obra teatral del libanés Wajdi Mouawad, es una historia profundamente dolorosa, llena de discusiones verbales y silenciosas… las contradicciones entre las dos maneras de ver el mundo que presentan estos hermanos, la displicencia de uno y el conmovedor interés del otro, colapsan de modo inevitable. Cada uno de ellos demuestra su pena de acuerdo a la relación que tuvieron con esa fría madre ya fallecida, aquella mujer carente de afecto que perdió gran parte de su humanidad en sus terribles años de juventud.

“Incendies” nos pone frente a un imprevisto, a una situación fuera de todo plan que se convierte en el punto de partida de un viaje iniciático con el objetivo último de desvelar secretos, piezas de un extenso rompecabezas que sobrevivió al paso de los años y a la mudanza entre continentes. Este encuentro desgarrador –por parte de Nawal- e intempestivo -los gemelos- con la muerte pone a los personajes de cara a una realidad confusa, ardua de aceptar y de efectos secundarios difíciles de medir. Las escenas de Nawal escapando de su violento país son de una crueldad extrema que retratan palmo a palmo los horrores de la intolerancia y la bajeza humana en su más cruenta y espantosa expresión.