La resistencia
Los efectos están bien, la historia está bien (a pesar de lo enrevesado de la trama, cualquiera que no haya visto ninguna de las anteriores Inframundo puede mirar esta y seguirle el hilo). En general es un paquete que no falla en su propuesta de género: vampiros lustrosos, monstruos monstruosos, acción, cámara lenta, mucha lluvia, algunas escenas gore para el público de hoy. No hay nada que no se haya visto varias veces en otros lugares, pero tampoco hay ningún momento en la película en el que la tensión caiga, el espectador se aburra o la propuesta pierda sentido.
El giro argumental no deja de tener su costado interesante. Como se explica al principio de la película, de alguna forma los humanos se dieron cuenta de que junto con su especie coexisten otras dos que hasta entonces se creían mitológicas: los vampiros y los lykans (en criollo: hombres lobo). Asustados e hipertecnologizados, los humanos se dan a la caza de estas dos especies que perciben como amenazas. Entonces se da una purga de vampiros y lykans, hasta llevarlos a su casi desaparición. Cuando arranca la acción (después de este prólogo que explica las anteriores entregas de la saga y el cambio que se propone para esta nueva), los vampiros y los lykans sobreviven escondidos, en cuevas y túneles, temerosos. El regreso de Selene (Kate) vuelve a abrir la puerta del conflicto, que esta vez tendrá nuevas variantes.
Más allá de los distintos giros de trama que se van revelando, la idea no deja de ser atractiva: los vampiros, ese especie sexy que ha poblado la pantalla del cine durante casi un siglo, ahora se ven reducidos a criaturas marginales y temerosas. Su resurgimiento ("despertar", como indica el título) tiene algo de extraño: nosotros apoyamos a los vampiros y queremos que recuperen todo su esplendor. Inframundo: el despertar promete una nueva entrega para la saga.
Muchas de las virtudes de esta película tienen que ver con lo narrativo. Con apenas 90 minutos de duración (bastante corto para los estándares de hoy), la trama de esta película está llena de giros (aunque no demasiados), de puntos de tensión (bien distribuidos), de tramas y subtramas que logran llevar al espectador hasta el final. Esta es, se sabe, la gran virtud del cine industrial.
Pero el elemento realmente fundamental, el que une todos los nudos, el que lleva adelante, el portador de esta película es Kate Beckinsale. Los seguidores de la saga probablemente ya lo supieran: Kate es bien dura. Con una piel extra pálida, pelo moderno, un traje negro extra ajustado y ojos que brillan, ella es la que entra a la película como el espectador: sin saber lo que está pasando. Ella es la que revela las tramas, la que lleva adelante la acción, hasta es el inesperado núcleo emotivo. Mucho de Inframundo: el despertar tiene que ver con cómo está narrada, pero todo el peso de esa narración cae sobre los hombros de esta actriz. Fría. Dura. Esbelta.