Inmortal

Crítica de Alex Vekstein - CineFreaks

Eugenesia para tontos

Una premisa interesante no logra sostener el frágil andamiaje del “guión popcorn” norteamericano, malogrando, un reparto estelar y abriéndole paso al ya agotadísimo género inmortal 1híbrido de persecuciones, explosiones y disparos, englobados y atados con alambre dentro de un argumento “high concept”.

¿Qué pasaría si pudiésemos transferir nuestra consciencia dentro de otro cuerpo? Esta interesante pregunta es el eje de Inmortal, un thriller moderno que intenta explorar los misterios de la mente, sin escatimar en dosis extralarge de secuencias de acción chatarra.

Damian Hale, un multimillonario magnate de la construcción con cáncer terminal, decide someter su cuerpo a un tratamiento médico radical, diseñado por Albright, un misterioso doctor que asegura ser capaz de extirparle su conciencia del cuerpo enfermo, y reinsertarla en un nuevo “recipiente” joven y saludable, especialmente creado a tal fin en un laboratorio secreto.

Pero no todo es color de rosas, y lo que en un principio Damian creyó sería una nueva oportunidad para vivir una segunda juventud e intentar recomponer así lazos con su distanciada hija, comienza a verse amenazado por los “efectos secundarios” del tratamiento de Albright, que se traducen en alucinaciones, sueños y recuerdos de una “vida anterior” jamás vivida, que invaden y atormentan poco a poco la realidad del protagonista.

Lamentablemente, el film hace triste honor a su título original (Selfless, que en inglés se traduciría como “inmotivado” o “sin pensar en uno mismo”) y cae en las mismas convenciones que llevaron a Johnny Depp a dinamitar Transcendence, una idea similar presupuestada en cien millones de dólares, que supo convertirse en una de las grandes decepciones del 2014.

Lo que comienza siendo un intrigante ejercicio de ciencia ficción es incapaz de perdurar coherentemente más allá del primer acto de la cinta, y la falta de ideas y estructura en el guión dan lugar a una concatenación infinita de lugares comunes, propios del subgénero “Gato persigue a ratón”: Un protagonista devenido héroe altruista, quien debe salvar al mundo de los horrores perpetrados por el Doctor Albright, una especie de Neo-Menguele del siglo 21.

Complejas secuencias de persecuciones inmotivadas, traiciones y alianzas inverosímiles, disparos a mansalva y explosiones por doquier, Inmortal prueba una vez más que una premisa seductora, sin un guión que le de una razón de ser, está destinada a transformarse en un cocktail insípido de grandes presupuestos, apuestos íconos del Star System, y ninguna reflexión perdurable luego de que se nos haya terminado el balde de pochoclos y rueden los créditos.