Ciencia, familia, redención, muerte, vida… vida eterna. Son los temas principales que, debajo de la cáscara de thriller, yacen en Inmortal. Damian Hale (Ben Kingsley) supo convertirse en multimillonario pero no es feliz: es un hombre mayor, su hija no le tiene cariño y está por morir de cáncer. Entonces parece encontrar una solución cuando da con la organización secreta Phoenix, que nuclea a científicos encabezados por Albright (Matthew Goode). Al borde del ocaso, y mediante una sofisticada máquina, la conciencia de Damian es transferida a un cuerpo más joven y fuerte (Ryan Reynolds). Ahora con otro nombre, otro pasado y otra vivienda en Nueva Orleans, puede empezar de cero. Pero nada será tan fácil.
Mientras se divierte haciendo deporte, saliendo de noche y acostándose con las chicas que se le crucen, tiene visiones que apenas puede combatir con medicamentos provistos por Albright. Visiones que igual se irán intensificando, y en las que aparecen personas y lugares que Damian desconocía. La curiosidad es más fuerte, y pronto descubrirá que su avatar era un marine con esposa (Natalie Martínez) y una hija. A partir de ese momento, los tres deberán huir de los agentes de Albright, quien no parece muy feliz de que pongan en peligro sus oscuros manejos.
Más allá de la presencia del siempre impecable Kingsley y de un Reynolds medido, la película llama la atención por su director: Tarsem Singh. Sus largometrajes La Celda, The Fall, Inmortales y Espejito, Espejito son muestras de un poderío visual único e impactante. Inmortal se acerca a La Celda por ser un producto por encargo, pero así como en el film con Jennifer Lopez liberaba su imaginería, ahora permanece más controlado en ese aspecto y se brinda al servicio del guión de los hermanos Àlex y David Pastor. Es posible rastrear al cineasta en los hallazgos de la película, como una secuencia musical en Nueva Orleans, las visiones del protagonista y algunas referencias a las artes plásticas. Tampoco es casual que un personaje clave esté caracterizado como el director David Cronenberg, ya que también hay un protagonista que experimenta transformaciones -la de su cuerpo, la del mundo que lo rodea- y es acosado por un grupo con oscuras intenciones.
Sin embargo, cuando arranca la persecución a Damian y la familia de su “envase”, el opus se convierte en una película rutinaria (al tener pasado militar, el muchacho reacciona enseguida contra los villanos, como cualquier héroe de acción), aunque al menos el director nunca recurre a efectos por computadora. Pese a su fascinante concepto, Inmortal se estanca en la corrección formal y narrativa. Tarsem, los hermanos Pastor y el elenco pueden dar mucho más, pero ya tendrán revancha, en esta vida o en alguna otra.