Encerrados
El gran Steve Buscemi vuelve a ponerse detrás de cámara para esta remake de una película holandesa. La idea es simple y la apuesta también: un periodista "serio" (dedicado a las noticias políticas, ansioso por cubrir un gran escándalo que se ha desatado en Washington) es asignado por su revista para realizar una entrevista a una exitosa actriz. Después de algunas escenas de introducción, asistimos a la entrevista fallida en un restaurante, en la que Pierre Peders (Buscemi) demuestra lo poco que le interesa la entrevistada. Alguna circunstancia los termina llevando al departamento de Katya (Sienna Miller) y el resto de la película transcurrirá ahí, con ellos dos solos.
Por supuesto, no es fácil mantener una propuesta como esta, con tan pocos elementos. El gran sostén de Interview son, sin duda, las actuaciones: Buscemi, otra vez, demuestra su talento, su flexibilidad, su carisma; Sienna Miller desborda la pantalla y calza (y descalza) muy bien las medias de su personaje. Si la casi hora y media no resulta insoportable, es gracias a ellos. La cámara de Buscemi, simple, se subordina a lo que está pasando en ese departamento.
Por otro lado, con una idea como esta es inevitable que las palabras terminen cargando todo el peso: diálogos bastante largos, bastante poco creíbles, ligeramente forzados. Si bien el guión de Interview no es excesivamente literario, tampoco termina de justificar del todo esta situación que se va volviendo casi abstracta.
No se trata de que falten ideas en esta película, pero después de un rato empiezan a repetirse y rápidamente se vuelven ridículas, en especial en lo que tiene que ver con la relación de los protagonistas.
Al final (y no vamos a decir más) hay una vuelta de tuerca que reacomoda en nuestra mente todo lo que había estado pasando. Ese final inesperado le presta un cierto aire de juego a Interview, pero ni eso alcanza. Sí, hay algo que no nos esperábamos, las cosas no son como creíamos, pero en el fondo tampoco eran tan interesantes.