Departamento con secretos
El guión de esta película está lleno de momentos obvios. La protagonista (Hilary Swank, muy lejos de los trabajos -más allá de los premios Oscar- que le dieron trascendencia internacional) encuentra el departamento de sus sueños, al alcance de sus posibilidades económicas, pero inmediatamente el espectador advierte que la pasará muy mal en ese lugar. La tensión dramática no está depositada en la intriga por saber quién es el villano (la incógnita se despeja rápidamente) sino en el progreso del acoso al que es sometido el personaje que interpreta Swank. En el medio hay una trama que revela el intento de esta médica por reconstruir su pareja, siempre en presencia del siniestro acosador.
El problema es que el director finlandés Antti Jokinen (debutante en el cine norteamericano) no logra crear la atmósfera asfixiante que exige este tipo de tramas. No lo ayuda un guión lleno de obviedades, que permite que el público afecto a este tipo de filmes adivine casi todos los vericuetos de la trama. Hay un par de recursos narrativos interesantes, sobre todo en los primeros minutos de la proyección, que prometen una película con elementos novedosos. Pero la esperanza dura poco; la acción se ciñe a las rutinas del género, presenta un par de escenas de voyeurismo y desemboca en el inevitable juego del gato y el ratón en el que se producirá el anunciado desenlace, todo esto sin mayores sobresaltos.
La presencia de Hilary Swank (es también productora del filme) puede ser un "gancho" para la boletería; la filmografía de la actriz presenta muy buenos trabajos ("Los muchachos no lloran", en 1999, o "Million dollar baby", en 2004), pero es evidente que en esta oportunidad no estuvo a la altura de sus antecedentes. Tampoco hay aportes significativos en el resto del elenco, que muestra trabajos tan rutinarios como el libreto. Y el gran Christopher Lee apenas puede ofrecer su imponente imagen, ya que el personaje que le tocó en suerte ni siquiera está suficientemente definido.