Oda a los marines
Desde hace tiempo que no nos topábamos con una película tan nauseabunda como Invasión del Mundo- Batalla Los Angeles (Battle: Los Angeles, 2011), dicho esto tanto a nivel formal como ideológico. Estamos ante un film militarista que de ciencia ficción tiene poco y nada ya que está construido como si se tratase de una cinta bélica patriotera de la década del `50, hoy con aliens en el lugar de aquellos simpáticos nazis demonizados hasta el hartazgo. A partir de miles de primeros planos registrados con una cámara en mano hiperquinética, el insignificante Jonathan Liebesman aburre a lo largo de 116 minutos.
Combinando a lo bestia las ridiculeces varias de La Caída del Halcón Negro (Black Hawk Down, 2001) y los rasgos estilísticos de la trilogía de Jason Bourne, el guión de Christopher Bertolini rankea en punta entre los más trillados de los últimos años: el protagonista central es el Sargento Michael Nantz (Aaron Eckhart), quien debe lidiar con los fantasmas de su pasado y con un nuevo pelotón comandado por el joven Teniente William Martínez (Ramón Rodríguez). En el contexto de un ataque extraterrestre, la misión de turno es rescatar a unos civiles que quedaron varados en una zona que pronto será bombardeada.
Vale aclarar que no existe ni una idea original y/ o valiosa dentro de este cúmulo por momentos insoportable de estereotipos, latiguillos y salidas francamente patéticas: a cada escena de escaramuzas con los señores del espacio (por cierto caracterizadas por una enorme torpeza y coreografías bastante confusas) le sigue una secuencia de relax plagada de diálogos bobos y rostros compungidos (el desarrollo de personajes es nulo porque el verosímil quedó sepultado bajo la estupidez general). La catarata de disparos y explosiones no compensa la pereza hasta en el diseño de los alienígenas, vistos siempre desde lejos.
De hecho, Invasión del Mundo- Batalla Los Angeles más que realizada con el beneplácito de los marines parece financiada por la fuerza, así la moraleja se vincula a una lucha eterna: como ocurre con otras obras hollywoodenses que justifican la intervención imperialista de los Estados Unidos en plan “policía global”, resulta vomitivo ver a Eckhart solicitándole a un nenito que se sobreponga a la muerte de su padre porque ahora necesita que sea “su pequeño marine”. Lo más gracioso de todo es que este engendro ineficaz y pedante se ubica por debajo de productos clase B como la reciente Skyline: La Invasión (Skyline, 2010)…