Ya desde los ’50, el ataque a Estados Unidos y al mundo por parte de extraterrestres con intenciones de conquista y destrucción servía como una metáfora de la amenaza comunista de aquel entonces. De por sí, las alegorías son parte importante del género de ciencia-ficción. Pero no por eso la películas dejaban de ser, como mínimo, entretenidas.
Es verdad que Invasión a la Tierra... tiene una doble lectura marcada: los personajes más heroicos son marines de los Estados Unidos, que en el campo de batalla (Santa Mónica, Los Ángeles) pronuncian frases del tipo “¡Rendirnos, jamás!” y se pone énfasis en el sentido del sacrifico y el compañerismo. Como una propaganda de dos horas. Y hay lugares comunes, empezando por Michelle Rodríguez haciendo de marimacho. De todas maneras, la película es muy entretenida y frenética gracias al estilo cinema verité que le imprime el sudafricano Jonathan Liebesman. Una estética similar a la de los films bélicos de los últimos quince años (a esta altura ya fueron nombradas por todos los medios posibles). También es muy creíble que los Ets pretenden apoderarse de nuestra agua, marcando una gran diferencia con la fallidísima e inverosímil Señales, de M. Night Shyamalan.
Además, abundan los casos de grandes películas con ideologías polémicas. Tropa de Élite es considerada profascista (aunque en realidad crítica el accionar de BEPE, las fuerzas policiales de la policía brasileña). Lo mismo sucede con los policiales como Harry el Sucio y las del estilo El vengador Anónimo y Hombre en Llamas. Hasta Top Gun, una publicidad encubierta para alistarse a la Fuera Aérea, sigue funcionando principalmente como una gema pop ochentosa. Invasión a la Tierra... no es una maravilla y es difícil precisar si se convertiré en un clásico, pero bien valía la pena aclarar cierta cuestiones sobre cine e ideologías.
(Un genial y atípico ejemplo de film sobre batalles de humanos contra alienígenas es Invasión —título argentino de Starship Troopers—, dirigida por el holandés Paul Verhoeven, en la que se satiriza ferozmente el universo militar en el que viven los protagonistas, uno de ellos nativo de Buenos Aires).
Sin dudas, uno de los puntos altos es Aaron Eckhart. Su personaje es un marine peso pesado que carga con terribles culpas por una misión fallida en Irak. En las pocas escenas en las que no hay tiros ni explosiones ni persecuciones (incluso dentro de esas mismas partes) este gran actor sabe darle humanidad y carácter a su rol. No importa el film, que Eckhart sabe darle credibilidad.
Invasión a la Tierra... puede ser comparada con otro opus reciente, muy similar, también ambientado en la mencionada ciudad de California: Skyline: La Invasión. De hecho, sus directores, Colin y Greg Strause, trabajaron en los efectos especiales de la obra de Liebesman, y casi se desayunan un juicio por parte de Sony. Sin embargo, el tono es distinto. Skyline tiene un espíritu más trash, menos propagandista, y está contada desde personas comunes y corrientes tratando de escapar.
Más allá de controversias y comparaciones, Invasión a la Tierra... demuestra que el de las invasiones marcianas sigue siendo uno de los subgéneros más populares del cine fantástico.