Justiciero anónimo y solitario
La intención de sembrar enigmas viene desde la primera secuencia: una cámara meticulosa describe en planos detalle cómo alguien cuyo rostro tardará en dejarse ver desciende de su auto, coloca su moneda en el parquímetro, da unos pasos, arma su rifle, se instala en el lugar más apropiado para abarcar su extenso blanco y propone que sigamos a través de la mira telescópica cómo elige sus objetivos entre la gente que camina y cómo dispara sobre cinco personas diferentes, incluida una joven niñera con una nena en brazos. No parece ser la imagen más oportuna para recordarle al público norteamericano con qué frecuencia este tipo de masacres se producen en su país, aunque en este caso la ficción sea necesaria para introducir al enigmático héroe que entrará en acción, otro "justiciero" de los tantos que abundan en la producción de Hollywood: de esos que buscan legitimarse porque "vienen a cubrir los vacíos que dejan las instituciones oficiales encargadas de administrar justicia". Sólo que en esta oportunidad lo que se propone Lee Child, el creador del personaje de Jack Reacher, no es cuestionar su accionar sino subrayar las singularidades de este nuevo héroe venido de la literatura para diferenciarlo de sus colegas de ficción y quizá para abrir un nuevo ciclo en la carrera de Tom Cruise.
One Shot , la que dio origen a esta película, es la novena novela de las diecisiete del escritor británico, que con su verdadero nombre, Jim Grant, ha tenido que ver con otros proyectos más ambiciosos, de Retorno a Brideshead a Prime Suspect . Si hay suerte, pues, sobraría material para seguir la serie. Aunque no parecen suficientes los esfuerzos del adaptador y director, Christopher McQuarrie (guionista de Los sospechosos de siempre ) que ha introducido bastantes modificaciones en el personaje (un ex supersoldado y superinvestigador que ha desaparecido de la acción sin dejar rastros y sólo regresa cuando se ve comprometido a luchar por la justicia). El tipo era un gigantón lacónico, bastante cínico, sarcástico; ahora se ha reducido en tamaño (a la medida de Tom Cruise, también productor), y tiene siempre a flor de labios una frase graciosa; sigue siendo el más inteligente y el que descubre pistas allí donde nadie reparó y puede percibir cuando algo huele a corrupción o a trampa.
Esta vez el héroe envuelto en enigmas aparece a pedido del acusado de la masacre del comienzo. Un falso culpable, como bien sabe el espectador y como pronto sospechará Reacher, que por algo lo conoce de los tiempos de guerra y sabe tanto de su destreza con las armas y de su desequilibrio psicológico como de las torpezas que jamás habría cometido. Algo más oscuro se cuece debajo de este aparente caso de francotirador desquiciado. Como asistente de la bella abogada defensora, Reacher sigue su corazonada en un proceso que exige tiempo, paciencia, astucia y valor.
Casi todo gira en torno del correcto Tom Cruise, que quizá no haya sido la mejor elección para el papel, y de la dúctil Rosamund Pike. No hay entre ellos demasiada química como sí la hay entre Cruise y Robert Duvall, que hace una grata aparición en la parte final. Y también hay un muy interesante malvado que compone Werner Herzog y que habría merecido mayor desarrollo. La acción no falta y hay un par de secuencias en que la tensión se hace presente, pero ni la construcción de la historia ni su traducción visual ni la personalidad del héroe se diferencian demasiado -salvo porque el vértigo no es aquí tan notorio- de lo que suele ofrecer cualquier thriller más o menos entretenido.