La película con la que el chileno Pablo Larraín hace su ingreso a Hollywood muestra como éste se mantiene firme en sus convicciones narrativas. Natalie Portman, impecable.
Si hay un detalle que siempre llamó la atención de Natalie Portman es que, más allá de su innegable belleza, siempre mantuvo un nivel actoral de primera línea, aún en trabajos detestables como su papel en la segunda trilogía de “Star Wars”.
Por suerte, en Jackie, aparece la Natalie Portman que conquistó al público en “El Perfecto Asesino” aunque ahora convertida en una mujer hecha y derecha, que despliega todo su carisma interpretando a la viuda de John Fitzgerald Kennedy de una manera tan visceral que se hizo acreedora de una merecida nominación al Oscar y a otros prestigiosos galardones.
Sin embargo esta historia, que retrata los días posteriores de Jacqueline Bouvier Kennedy al asesinato del expresidente norteamericano y una recapitulación de los hechos frente a un periodista (Billy Crudup) que consigue entrevistarla, tiene otro gran protagonista y es Pablo Larraín.
El realizador chileno, de quien se estrenó en los últimos días en este país su filme “Neruda”, realiza un interesante collage visual de la vida de la ex primera dama yendo y viniendo en la línea temporal pero con la pericia suficiente para que las cosas no se le salgan de control.
De esta manera, la película “mecha” el detrás de la escena de un documental que Jackie realizó para la TV estadounidense mostrando su vida en la Casa Blanca con escenas de la vida íntima familiar, luchas intestinas dentro del partido por el poder y también una recreación –muy cruda por cierto- del asesinato de JFK.
En esta línea la película gana en intimidad lo que pierde en visión general de los acontecimientos pero como la película se llama “Jackie” y no “El asesinato de JFK contado por Jackie”, el objetivo de Larraín se completa. Y a pesar de que los manejos del director en lo referente a la constante ida y vuelta temporal pueda resultar algo confusa en un comienzo, con el tiempo eso se subsana debido a la selección de momentos de todo tipo que desfilan por la pantalla y eso convierte a Jackie no en un filme imprescindible pero sí interesante para ver y valioso para alguien que disfruta del cine de autor.
¿Y por qué entonces no es Jackie imprescindible? El guión de Noah Oppenheim es el principal defecto de este film. El escriba de películas que adaptan best sellers para adolescentes como “Maze Runner” no está en esta ocasión a la altura de las circunstancias y por eso, entre la mezcolanza de momentos por momentos la cosa se enfría mucho y cuesta retomar el interés.
Por el lado de las actuaciones, las intervenciones de Peter Sarsgaard como Robert Kennedy y el fallecido John Hurt como un sacerdote que ayuda a Jackie a echar algo de luz y encontrar la paz entre los acontecimientos que vive se complementan a la perfección con Portman, a quien la cámara ama de todas las maneras posibles y retrata con lujosos primeros planos toda la galería de expresiones que ella tiene para dar.