Peter Jackson comenzó dirigiendo comedias de horror que le valieron un público fiel, pasó a ganarse el respeto de la élite con el drama fantástico Criaturas celestiales y se consagró con superproducciones como la trilogía de El Señor de los Anillos. Entre tanto, se hizo tiempo para hacer el falso documental Forgotten Silver, de 1995, acerca de un pionero del séptimo arte nativo de Nueva Zelanda. Décadas después regresa a documental (al documental a secas), referidos a una de sus obsesiones: la Primera Guerra Mundial, donde su abuelo sirvió para el ejército británico.
La principal cualidad de Jamás llegarán a viejos es su concepción, ya que está armada a partir de filmaciones realizadas antes, durante y después de la contienda (que tuvo lugar entre 1914 y 1918). Y no sólo eso: cuando se pasa a narrar la vida (y la muerte) en el frente, la imagen luce con mejor definición y en colores, resultado de un arduo proceso de restauración de material de más de cien años. De esta manera, se vuelve más vívida la experiencia de permanecer en las trincheras junto a los soldados, lidiando con un enemigo de origen alemán pero también con el clima, la falta de higiene y la carencia de alimentos y la sensación de que un disparo o una bomba pueden acabar con ellos en cualquier momento.
Las imágenes están acompañadas por audios de entrevistas a sobrevivientes, en otro importante hallazgo. Mediante este procedimiento, podemos conocer sus pensamientos y las expectativas cuando se anunció el principio de la guerra, el día a día del adoctrinamiento y los detalles de su participación en la contienda. Y, sobre todo, permite saber cómo hombres comunes y corrientes (y en muchos casos, adolescentes sin noción de) se alistaron gracias a una idea de patriotismo y la sed de aventura, pero fueron perdiendo la inocencia en un contexto de mugre y peligro que los cambió para siempre. Como en sus trabajos de ficción, Jackson vuelve a evidenciar su fijación por héroes improbables e inesperados, capaces de mucho valor pero conscientes del duro aprendizaje que les depara.
Otro logro de P.J. es la recreación de batallas. Al no haber filmaciones de los episodios más cruentos, el director recurrió a trucos de montaje (con planos de bombas y cañones) y sonido (ruidos de impactos, más testimonios en off), generando la sensación de que también se rescató material de ese estilo.
Más que un simple documental, Jamás llegarán a viejos es una porción del pasado reconstruida en la actualidad. La oportunidad perfecta para descubrir lo que registraron aquellas cámaras, y mejoradas -y potenciadas- por las nuevas tecnologías.