Escrita y dirigida por Bruno Dumont, Jeannette, la infancia de Juana de Arco es un musical sobre la niña y adolescente Juana de Arco adaptado de una obra de Charles Peguy.
Principios del siglo XV. Jeannette es una niña pastora que cuida de su rebaño bajo el fuerte sol, pero dentro de ella hay una preocupación mayor: su país está siendo atacado por los ingleses y ella no entiende cómo Dios permite que su pueblo sufra así. Cuando expone sus inquietudes con su amiga, ésta llama a un par de monjas que intentarán convencerla de que es la voluntad de Dios. No obstante, Jeannette no puede quedarse de brazos cruzados y, de a poco, se convertirá en la famosa Juana de Arco, guiada por la voz de Dios. La película la presenta entonces primero como esa niña y luego como la adolescente antes de convertirse en la Juana que todo conocemos.
La trama de la película podría ser simple y precisa, pero esto es el cine de Bruno Dumont. Un realizador que ya había realizado dramas con tintes místicos (Hors Satan y Camille Claudel 1915) pero que en los últimos años se animó a jugar un poco más con el humor y realizó P’tit Quinquin y La bahía.
Jeannette, la infancia de Juana de Arco prueba una vez más las ganas de Dumont por diferenciarse y seguir explorando y explorándose en el cine y esta vez apuesta a un musical, a un musical que de todos modos no se parece casi nada a los musicales corrientes.
Con una realización minimalista y muy sobria, rodada casi toda en exteriores, la película que nos trae Dumont se basa en música rockera (y algo de hip hop cerca del final con la introducción de un personaje masculino) para retratar todo el momento previo a la aparición de la guerrera Juana de Arco.
Hay una fuerte sensación de ironía durante toda la película. Desde la Jeannette rebelde y rockera que no sólo canta sino que hace cuernitos o revolea su cabello cual rock star, hasta la crítica social que se ve reflejada especialmente en la primera parte con la Jeannette niña que no entiende por qué Dios permite que unos pequeños se mueran de hambre y sobre todo lo absurdo de las guerras.
Por momentos el registro se percibe más seco y el film se torna algo distante. Y en la segunda mitad, un poco reiterativo en su discurso. Sin embargo en su último tercio el humor ya más absurdo y la mencionada introducción de un personaje que trae el hip hop le termina de brindar al film un tono particular y único, entre la parodia, lo minimalista, lo surrealista y la crítica social.
A nivel actoral, de las dos Jeannette la que más se destaca es la pequeña Lise Leplat Prudhomme con una voz fuerte y preciosa y un magnetismo en su interpretación que resulta hipnótico.