Mientras aun está fresco el recuerdo de la Guerra Civil, el capitán John Carter se encuentra tras la pista de un inconmensurable tesoro dorado. Dentro de una cueva del lejano oeste norteamericano, un talismán lo transportará de modo inexplicable hasta Marte. Barsoom (como llaman los habitantes a su mundo) se encuentra al borde del colapso y Carter se verá involucrado en este conflicto que incluye enorme seres verdes con seis brazos, humanos y princesas en peligro. La paz y la supervivencia del planeta rojo se encuentran ahora en manos de un terrícola.
La combinación del espíritu western con la ciencia ficción ya nos había decepcionado en la reciente “Cowboys & Aliens”, y aquí –con la incorporación de la faceta gladiadora- vuelve a hacerlo. Los personajes son chatos, inexpresivos. Simpatizamos tan poco con ellos que no llega a interesarnos el éxito o fracaso de su descomunal misión. El guión desparrama parlamentos solemnes dichos con una afectación en desuso desde hace décadas. Incluso, que un matrimonio por conveniencia sea la solución a todos los problemas de un planeta, trasluce lo arcaico y naif de esta propuesta. Un dato: si bien el 3D maximiza la experiencia, resulta muy cansador usar los anteojos polarizados por más de dos horas.