Pese a los antecedentes en films como Zombie Blanco, de 1932, el subgénero de los zombies emergió en 1968, con el estreno de la fundacional e imprescindible La Noche de los Muertos Vivos, cortesía de George A. Romero, todavía referente de estos monstruos. Fueron llegando más obras maestras con resucitados devoradores de gente, pero las sorpresas más divertidas aparecieron cuando se les dio un enfoque de comedia: El Regreso de los Muertos Vivos (revividos que comen cerebros, punks y referencias a La Noche…), Braindead (obra cumbre gore de Peter Jackson), la trilogía argentina de Plaga Zombie (donde los monstruos son parte de una invasión extraterrestre), Zombieland (con el mejor elenco en una película de estas características), Mi Novio es un Zombie (incluye romance entre un “caminante” y una muchacha), y Shaun of the Dead (conocida en Argentina como Muertos de Risa), ópera prima de Edgar Wirght, de la que no se aleja mucho la reciente Juan de los Muertos.
Los zombies siguen invadiendo latitudes. Esta vez le toca el turno a Cuba. Hordas hambrientas van de acá para allá, devorando gente y generando terror. El inefable Juan (Alexis Díaz de Villegas), junto a su inseparable Lázaro (Jorge Molina), aprovecha el caos para crear un extraño pero fructífero emprendimiento: “Juan de los Muertos”, empresa dedicada al exterminio de resucitados a los que da culpa exterminar. ¿Tu padre se convirtió en un cadáver asesino pero no te atrevés a volarle la cabeza de un escopetazo? No te preocupes, que Juan de los Muertos llegó para solucionar tus problemas. Por algo el slogan es “matamos a sus seres queridos”.
Fenomenal sátira política y social cubana, repleta de humor -negrísimo, por supuesto- y sangre. El director Alejandro Brugués no se guarda nada y jamás vacila a la hora de meterse con temas delicados del pueblo cubano, como el bloqueo económico, los escapes en balsas y la enemistad con el imperialismo. De hecho, en los primeros minutos del film, los medios locales afirman que la amenaza zombie consiste en “un grupo de disidentes pagados por el gobierno de los Estados Unidos”. Además de darle importancia al guión y a las dobles lecturas, el realizador también se despacha con secuencias apocalípticas, escenas subacuáticas y explosiones que no tienen nada que envidiarle a las mejores producciones del género.
Alexis Díaz de Villegas se roba la película como Juan, un perdedor que ve la oportunidad de su vida -en medio de la muerte, vaya paradoja- al tiempo que debe recomponer la relación con su hija (la española Andrea Duro), quien al principio de la historia quiere irse a Miami. Lo acompaña un elenco secundario repleto de individuos tan antiheróicos como el protagonista.
Salvaje, inesperada, desopilante, cinematográfica, Juan de los Muertos no sólo es una enorme sorpresa: también es uno de los mejores film con zombies, tanto en tono de comedia como en general. Y, por sobre todas las cosas, prueba que, incluso si ya no hay lugar en el Infierno y los muertos caminan sobre la Tierra, siempre se puede crear una fuente laboral y brindar un servicio público, aunque eso signifique volar algunos cráneos.