Una nueva oportunidad
Juntos... pero no tanto intenta sumarse a la fila de comedias románticas protagonizadas por adultos mayores, pero el guion la convierte en un filme menor. Sólo la interpretación de Diane Keaton se destaca.
Un desperdicio, tantos buenos actores y tan buen director.
Michael Douglas y Diane Keaton no necesitan presentación. Rob Reiner no es un director popular pero está en el ADN del cine norteamericano por filmes como Cuando Harry conoció a Sally y dos de las mejores adaptaciones a la pantalla grande de novelas de Stephen King, como Cuenta conmigo y Misery. En los últimos años, creció una tendencia en Hollywood de contar historias de adultos mayores con grandes actores que dan con el perfil de la edad, como en Antes de partir, filme en el que Jack Nicholson y Morgan Freeman son dos enfermos terminales que se escapan juntos para llevar a cabo todo lo que sueñan.
Lástima entonces que Juntos… pero no tanto no esté a ese nivel. Es una comedia que no entretiene, ni provoca demasiadas sonrisas, ni acaricia con su romanticismo como promete en sus avances.
Los personajes, Oren y Leah, son vecinos. Ya transitaron una buena parte de sus vidas pero todavía están en forma para nuevas aventuras. Él es corredor inmobiliario y la pérdida de su esposa agrió aún más su carácter. Ella es una delicada cantante también es viuda, pero transita ese estado con una mezcla de resignación y congoja interminable.
Un día aparece en el horizonte el hijo de Oren, que se había ido de la casa en una etapa dura de su adicción a la heroína. Ahora, reaparece para contar que debe purgar condena en la cárcel, y que necesita que su padre asuma su rol de abuelo y cuide a una nieta que ni sabía que había nacido y que tiene 10 años.
El relato es un poco traído de los pelos, como puede notarse. Oren rechaza la llegada de la niña, pero Leah lo ayuda a revisar esa decisión. En ese ir y venir, la relación entre ambos comienza a humanizarse y los sentimientos reaparecen en la vida de estos vecinos que de a poco comienzan a mirarse con ojos renovados.
Visto desde afuera y a los lejos, parece haber un notorio problema de guion: la historia no es prolija, no presenta bien a los personajes y deja fuera muchos datos necesarios, mientras que incluye otros inútiles; no encuentra la veta de la gracia; tiene diálogos que escapan a la comprensión del espectador argentino por incluir bromas localistas. Eso por mencionar algunas debilidades.
Sin embargo, tienen sus puntos fuertes: la interpretación de Diane Keaton, como actriz y cantante; un par de buenas baladas sazonadas con jazz; la fotografía de espacios abiertos y la libertad de las cámaras para pasearse por los rostros de Keaton y Douglas buscando con comodidad los detalles de sus actuaciones.
Con todo, está visto que ya no alcanza sólo con dos adultos mayores (talentosos actores, por cierto) para entrar contar una buena historia que se sume a las películas sobre la larga y plácida madurez del siglo 21.