Crecimiento enrarecido
Está naciendo ante nuestros ojos toda una generación de actores veinteañeros con destrezas para narrar con una cámara, además de su propio cuerpo. Al fenómeno Xavier Dolan en Canadá y Francia, ahora le podemos sumar, en Inglaterra, a Craig Roberts, aquel simpático jovencito con Montgomery y cara de sorpresa en la excelente Submarine, de Richard Ayoade.
Con solo 25 años, Roberts se calza el rol de director y estrena su ópera prima, Just Jim, una comedia muy oscura que gira en torno a un adolescente ‘loser’ –interpretado por él mismo-, víctima de bullying, padres indiferentes y demás desgracias propias de esa edad. Si recapitulamos las cosas que le ocurren a Jim, estaríamos ante una lista de lugares comunes propios de este sub-género, pero nada de eso ocurre gracias a la inventiva y la solidez de Roberts para contar esta historia.
Apoyado en movimientos de cámara muy medidos y algunos zooms que realzan el lugar de extrañamiento en el que se halla el protagonista en todas las situaciones tristes que atraviesa en su día a día. Algunos momentos bastante oníricos y algún que otro refuerzo sonoro también enfatizan el estado de ánimo de un muchacho que comienza a vivir una montaña rusa cuando conoce a su nuevo vecino, interpretado por un histriónico y enigmático Emile Hirsch, como pocas veces se lo pudo ver en su carrera, esta vez como un rockabilly ganador que ayudará a Jim a “hacerse hombre y dejar de ser un llorón”.
El clima de Just Jim está muy bien logrado. El escenario pueblerino acentúa la atmósfera enrarecida de esta película que, aún así, tiene sus excesos (como ese plano secuencia de la fiesta, tan excelente como trillado) y por momentos se torna tan turbia que se vuelve confusa. No obstante, el disfrute está más, si se quiere, por ver el crecimiento al unísono de Jim y Roberts. Uno superando la adolescencia para enfrentar sus miedos, y el otro superando sus instintos para volverse, de a poco, un cineasta prometedor al cual hay echarle un ojo de ahora en adelante.