El fenómeno de Justin Bieber es inquietante. En el último mes, el cantante canadiense de 19 años, fue el protagonista de una detención por conducir ebrio y drogado a altas velocidades, y hasta juntaron 100 mil firmas para deportarlo de Estados Unidos. Esta situación se tradujo en la taquilla de ese país, que fue un gran fracaso ya que lleva recaudados 4,3 millones de dólares a diferencia de su primer documental “Never Say Never”, que en 2011 consiguió recaudar 73 millones. Sin embargo, estos episodios parecen no opacar en absoluto la pasión de sus fans en Rosario que colmaron los cines en el estreno de su segundo documental “Justin Bieber: Believe”. Se trata de un filme que muestra la gira de su último álbum, centrándose en la devoción de las fans que -brackets mediante- gritan a cada segundo, demostrando la lujuria “belieber”. Lo curioso de este documental es que muestra sólo el perfil de “inocente palomita” del joven, mientras que sus escándalos recientes contradicen este concepto. Las fans en la sala gritaban por cada palabra de la estrella, reían con él y hasta lloraban desconsoladamente. Claramente una muestra exagerada del fanatismo que no conoce de racionalidad y que tampoco tiene memoria, pues Bieber canceló su último show en Argentina dejando a miles de fans destrozadas. Sin dudas, duró más el documental que el recital en vivo y en directo. Sin embargo, Bieber es claro en el filme, aunque le dicen que es un candidato perfecto para ser un desastre, él responde: “Sé que cometeré algunos errores, tengo 19 años”.