Kick-Ass

Crítica de Federico Karstulovich - Otros Cines

Super héroes y anti héroes

Hay universos que mezclados suelen darnos agradables sorpresas como espectadores: el terror y la ciencia ficción, en algún momento nos dieron Terrore nello spazio, de Mario Bava; la comedia y el film de aventuras nos regalaron En busca de la esmeralda perdida, de Robert Zemeckis; el melodrama y la ciencia ficción nos ofrecieron la saga Star Wars, de George Lucas (aunque no haya dirigido todas las películas). La lista puede ser interminable, lo sé. Con menos ínfulas de grandeza, Kick-Ass intentó reunir a las películas de cómics con el universo de la parodia y, para no ser menos, una historia de coming-of-age a lo Supercool. El resultado, incierto, a medio camino de todo, no es poco disfrutable, pero nos deja con demasiadas ganas de algo que no fue.

El comienzo de Kick-Ass es bien deudor del mencionado film de Greg Mottola: tres adolescentes, no muy especiales, no muy inteligentes ni bonitos se enfrentan a los últimos años de la escuela secundaria. Carentes de perspectivas de vida en una cotidianeidad anodina (hecho que se muestra con el nulo cambio que genera en el protagonista la inmediata muerte de la madre, apenas a los pocos minutos de comenzada la película), todo parece pasar por la compensación que Internet puede dar a sus vidas grises. De ahí que la película apele a todos los lugares comunes de la adolescencia en los que el cine ha pensado: masturbación, dificultad para las relaciones en general, avidez por sexo, necesidad de destacarse.

Resulta interesante, en semejante panorama, que la salida al mundo o en tal caso, la revelación, la búsqueda de una identidad la dé el género del cómic. Justamente, la necesidad de invención de un héroe es lo que pone al protagonista en otro lugar. En este punto es donde se juegan las mejores cartas de la película: por un lado, asistimos al crecimiento a los ponchazos de un adolescente sin muchas luces a la vez que vemos la construcción desacralizada y poco solemne de un héroe (siendo algo así como la contratara de El Hombre Araña, por ejemplo, película citada en distintas ocasiones por el protagonista).

Pero Kick-Ass, justamente por su necesidad de conjugación de universos disímiles, cada vez que abre una puerta debe cerrar la otra o evitar que el asunto se venga a pique. Es ahí donde, sobre todo a partir de la segunda mitad, el film cambia el rumbo y abandona a sus personajes más humanos casi creyéndose la solemnidad y la violencia que el universo de personajes de cómic depara. De a poco, nos vamos olvidando del protagonista y su necesidad de figuración (especialmente ante una chica a la que ama y que sólo lo aceptará mientras éste siga fingiendo ser gay) y el espacio de las subtramas de venganza entra a escena.

No está mal combinar géneros y registros, pero al finalizar el film uno se queda con una sensación rara: no terminamos de empatizar con el personaje y nos quitaron de ese mundo de geeks y perdedores; no completamos la identificación con esos dos personajes bigger than life que son Big Daddy y Hit Girl (extraordinarios Nicolas Cage y la sorprendente -boca de letrina- Cloé Moretz) porque se nos expone a la fascinación que generan sus intervenciones violentas y no sus posibilidades como personajes; finalmente no nos creemos mucho el universo de mafiosos que deben confrontar los protagonistas, precisamente por ser el tono más paródico del asunto y generar una constante desmarca con respecto a los otros personajes mostrados.

En definitiva, como si se tratara de un malabarista chino que debe hacer girar los platos sobre varias varas a la vez evitando que se caigan, nos vamos de Kick-Ass con la sensación de haber sido la primera parte de una saga, con la sensación de “presentación de algo por venir”. El problema, claro está, es que no siempre los mundos se comunican; a veces, chocan, como diría George Constanza.