Mucho kung fu, pocas ideas
La nueva (¿y definitiva?) entrega del divertido personaje trae más de lo mismo y no innova en absoluto en la historia. Aunque con los chicos riendo al lado, ¿qué importa eso?
"Si sólo haces lo que sabes hacer no vas a llegar a ser más de lo que eres hoy", le dice el maestro Shifu a su alumno Po en una de las escenas de Kung Fu Panda 3, la nueva (¿y definitiva?) entrega de esta trilogía de films que empezó allá por 2008.
Irónicamente, el destacado alumno le responde: "Pero yo no quiero ser más, me gusta lo que soy".
Y esa parece ser el nivel de aspiración del estudio de animación Dreamworks para realizar esta tercera película, que quizá logre una buena taquilla (aunque desde la semana que viene deba enfrentarse a una catarata de tanques como Batman v Superman) pero no pasará a la historia como un trabajo destacable.
La vara con que se mide esta afirmación radica en la Biblia de las películas animadas: Toy Story. Cada una de las (hasta ahora) tres películas de estos personajes se destacaron por una historia que supera a la anterior y las innovaciones tecnológicas mientras que las de Kung FU Panda parecen ser un videojuego en el que el protagonista se enfrenta a enemigos cada vez más peligrosos. Y todo eso se ve minimizado por una serie animada que iguala en calidad a los filmes.
En este caso, Po deberá enfrentarse a Kai, un ex compañero del antiguo maestro Oogway (la tortuga que desaparece en la primera entrega) que regresa del plano espiritual después de 500 años para cobrarse venganza absorbiendo la energía vital de sus discípulos, más conocida como "Chi".
Po además logra encontrarse con su padre que llega a su aldea llamado por la fama del panda perdido hace décadas y lo lleva a su tierra natal para entrenarlo y convertirlo en un maestro del "chi".
Lo que sí es destacable de esta producción co dirigida por el debutante Alessandro Carloni y Jennifer Yuh (responsable de la segunda entrega) es que logra mantener el humor de la original en base a gags, muchos de ellos basados en las voces de los protagonistas, y la siempre efectiva idea de romper los moldes y lugares comunes construidos por los exponentes más famosos de las películas de artes marciales.
La calidad de la animación es el otro fuerte de esta película en la que todos los personajes tienen un tratamiento detallista en sus diseños y una fluidez de movimientos que demuestra lo lejos que se ha llegado en este arte, que ya desplazó casi definitivamente a la animación clásica en 2D, que por cierto se utiliza en ciertos pasajes para contar tramas ubicadas en el pasado.
En definitiva, aquel que vaya buscando ver una nueva película de Kung Fu Panda saldrá del cine con una sonrisa y la alegría de los niños a los que acompañe a verla. Eso sí, si buscan algo que compita con, por poner un ejemplo, Intensa-Mente.... Lo mejor será seguir esperando al próximo estreno de Pixar, empresa en la que también se ha colado la idea de facturar con secuelas a cualquier precio y eso se verá muy pronto en Buscando a Dory.