La vida en el prado. El concepto de “alternativo” ha perdido fuerza en gran parte del mainstream de nuestros días, y ni hablar en la animación reciente a escala global, una comarca que una y otra vez parece compartir los mismos criterios narrativos. Las opciones no son precisamente muchas y en general se reducen a tres entonaciones de una idéntica cantinela: tenemos los CGI hollywoodenses sustentados en la espectacularidad visual, algún que otro film “old school” basado en stop motion o el 2D tradicional, y en el final del tarro están los convites dirigidos a nenes chiquitos, una suerte de variación de todo lo anterior pero más tranquila y/ o anestesiada, en especial a nivel de las secuencias de acción y el desarrollo de los villanos. A pesar de que en ocasiones nos topamos con anomalías bellísimas como Intensamente (Inside Out, 2015) o Cómo Entrenar a tu Dragón (How to Train Your Dragon, 2010), lo cierto es que casi nada de la oferta contemporánea se aparta de la fórmula del “camino del héroe” y que la animación para adolescentes/ adultos desapareció de la cartelera desde hace décadas (por consiguiente, no hay planteos satíricos, contrahegemónicos o lisérgicos de cadencia experimental). La homogeneización y el apostar a seguro son las máximas de un sector de la industria cultural que gasta una verdadera fortuna en publicidad y no recauda sumas notables a nivel doméstico, pero sí atesora la torta que ofrece el mercado planetario. Dentro del campo de los productos para niños de muy corta edad, La Abeja Maya: La Película (Maya the Bee Movie, 2014) funciona como otro ejemplo de esta estrategia de refritar ad infinitum los mismos moldes de siempre, sin siquiera molestarse en agregar una mínima novedad para correrse de la andanada de referencias del caso: hablamos de la extrapolación cinematográfica de una serie televisiva francesa de 2012 que estaba inspirada en un anime de los 70, adaptación a su vez de un libro de 1912 del alemán Waldemar Bonsels. Como era de esperar, los detalles chauvinistas del opus original fueron mutando con el tiempo hacia el esquema “fundamentalismo versus convivencia entre diferentes”. La trama no se aleja demasiado de películas similares en la línea de Antz (1998), Bichos: Una Aventura en Miniatura (A Bug’s Life, 1998) o Bee Movie: La Historia de una Abeja (Bee Movie, 2007), con una heroína que prescinde del entramado colectivista de la colmena y termina en el exilio. Hoy el contexto está dado por la determinación de la Consejera, algo así como la mano derecha de la Reina, de efectivizar un golpe de estado mediante la doble maniobra de robar la jalea (el principal alimento de la Reina) y culpabilizar a las avispas vecinas (el chivo expiatorio de turno). Maya, la pequeña protagonista, encuentra in fraganti a la Consejera con la jalea, por ello es expulsada del panal y descubre de a poco “el prado”. Por supuesto que la propuesta entrega una generosa variedad de personajes secundarios que permiten apuntalar la simpatía y las buenas intenciones de Maya; como Willy, su mejor amigo, Sting, una avispa aventurera, y Flip, un saltamontes que adquiere la forma de la figura de autoridad en lo que atañe a la vida por fuera del enjambre. Este trabajo del anodino director Alexs Stadermann, quien participó en la realización de varias secuelas de productos históricos de la Disney, cae en el mismo atolladero de otros exponentes alemanes de animación como El Séptimo Enanito (Der 7bte Zwerg, 2014) y ¡Uyyy! ¿Dónde Está el Arca? (Ooops! Noah is Gone, 2015), los cuales pasaron por estos lares sin pena ni gloria…
La abeja Maya, la pelicula, es un film que no ofrece ninguna técnica revolucionaria ni nada extraordinario, pero que tiene todo lo necesario para que los chiquitines de la familia lo pasen bárbaro y se queden el mayor tiempo posible quietos en sus butacas. Visualmente no ofrece nada que no se vea hoy día en televisión, pero el gran...
La abeja Maya, con exceso de explicaciones Ya conocemos a la centenaria La abeja Maya: creada por el escritor alemán Waldemar Bonsels a principios del siglo XX, tuvo una exitosa adaptación televisiva animada hecha en Japón en la década del 70 que llegó a América latina a principios de los años 80. Volvió en 2012 con otra serie animada, en esta ocasión de forma digital, y ahora llega la película de Maya adaptada al siglo XXI, una coproducción germano-australiana. Maya es una abeja pequeña, rebelde, preguntona, que quiere salir al mundo. Hay una reina bondadosa, una intriga palaciega, más insectos, miedos que no deberían serlo, una posibilidad de entendimiento y ayuda con el diferente que antes era temido, etcétera. La película tiene el exceso de explicación típico de un producto pensado para los más chicos entre los chicos, realizado por esa clase de grandes que no quieren dejar nada librado al azar. Por eso, el relato, más que infantil, se vuelve pueril, esquemático y en extremo previsible. De todos modos, el segmento inicial tiene velocidad y encanto, Maya es simpática y la animación es siempre colorida y eficiente.
Creada por un alemán, animada por un japonés, de éxito mundial, llega de la mano de un director formado en Disney y otro australiano. El resultado es conmovedor. Una abejita rebelde, que da una lección de convivencia.
La abeja Maya regresa aggiornada Los tiempos cambian, y las abejas también. Dicen que Maya nació en 1912 en un libro para niños sólo con fines educativos. O sea, para enseñar a los infantes no sólo las maravillas de la naturaleza, sino también el valor del trabajo en grupo, la vida en comunidad, la obediencia, la valentía, el sacrificio, el desprecio a los zánganos y la desconfianza ante los seres extraños. Su autor era el viajero alemán Waldemar Bonsels, que después escribió una continuación, "Himmelsvolk" (La gente del cielo, 1915), y una película con insectos reales, en 1926, por todo lo cual críticos modernos lo acusaron de nazi. Vaya uno a saber. De todos modos, para nosotros Maya hay una sola: la del dibujito televisivo nipo-austríaco-germano de 1975 realizado por los estudios Zuiyo para la ZDF, que mantiene y subraya el carácter original alegre, curioso, medio desobediente, de la nena, y cambia eso de desconfiar de los extraños. Ella hace amistad con todo el mundo. Y así sigue en este siglo, tanto en la serie que la empresa francesa Studio 100 Animation lanzó en 2012, con motivo del centenario como en el dibujo germano-australiano en 3D que ahora vemos. Lindo dibujo, hecho principalmente por un tal Alexs Stadermann (así, como Alexis pero sin la i), que luego de trabajar en diversos lados sentó cabeza en la Flying Barks Productions del país de los canguros. Será por eso que ahora los personajes andan a los saltos. Peor todavía: a diferencia de la recordada serie, la nueva versión está llena de animalitos nerviosos, acelerados, dispuestos para la pelea campal con los avispones, y movidos por una consejera real ambiciosa y complotadora. Párrafo aparte, la abeja reina con pinta de abuela, muy indicada para una propaganda de jalea real.
Convivir es mejor La animación es cálida y llamativa, el mensaje es claro: hay que saber convivir con quien es diferente. El mundo de los insectos como metáfora del de los humanos (y adultos) es el que refleja esta adaptación, con el personaje que creó el alemán Waldemar Bonsels en 1912. Maya se vio primero en la televisión, en una serie animada japonesa en los años ‘70, y aquí Maya sigue siendo la abejita preguntona, independiente y segura de sí misma, que habita una colmena en la que una intriga -nunca mejor dicho- palaciega pone a la reina en jaque. La reina es bondadosa y amada por todos, pero la consejera es una arpía que detrás de su sonrisa quiere asumir el poder. El enfrentamiento entre las abejas y los avispones, fogoneado por la consejera, y la necesidad de convivir, no importan las diferencias, es el leitmotiv de la película, destinada a niños no mayores de 10 años. La animación es llamativa, con mucho color, y la historia tiene un desarrollo sencillo y comprensible para su público. Se exhibe en algunas copias en 3D.
La rebelde del panal Sin mayores pretensiones, es clara la búsqueda del público menudo que no exceda los 6 años, La abeja maya -2014- ahora se convierte en animación CGI de nivel medio, como ya ocurriera por ejemplo con El séptimo enanito -2015-. Concebida por la mente imaginativa del escritor alemán Waldemar Bonsels a principios de siglo XX, luego de un paso televisivo de la mano de la animación nipona para culminar más adelante con una serie creada por los franceses, la extrapolación de La abeja maya a la pantalla grande iba a llegar más temprano que tarde. Solamente faltaba definir qué estudio iba a tomar la iniciativa y tuvieron que ser los alemanes los encargados de llevar a cabo esta animación para niños. La historia protagonizada por Maya transcurre entre el panal y fuera de las inmediaciones, donde toma contacto con una serie de personajes secundarios variopintos que se suman a la aventura de transformación en heroína, a partir de una intriga palaciega entre la abeja reina y su asesora que detenta el poder. El disparador es la falta de jalea real para debilitar a la reina, y así dominar a todas las abejas del panal, mientras que afuera el enemigo Abejorro acecha. Sin embargo, la idea de diversidad toma forma cuando la protagonista entable amistad con un niño abejorro junto a su compañero Willy, otra abeja como ella. Secuencias donde el movimiento y la velocidad se revisten de colores, forman parte del atractivo visual de La abeja maya, sin deslumbrar en su técnica, pero con prolijidad a la hora de definir escenas y resoluciones, incluso en la inserción de números musicales que en propuestas de esta índole nunca faltan. Cabe aclarar que solamente los más chiquitos encontrarán en esta película la diversión buscada, pero las limitaciones en cuanto al alcance de público quedan más que evidentes apenas avanza el film.
Lo curioso de esta película es que no muchos saben que, como mencione al principio, es un personaje que nace en 1912, tuvo su aparición en la televisión por los años ’70 y ahora vuelve a la pantalla grande. Tal vez haya algunos nostálgicos que la recuerden ya que acá en Argentina fue un éxito, pero muchas críticas de personas que están en el tema la dan por algo tibia en cuanto al argumento, en tiempos modernos no podemos dormirnos con simplemente una adaptación y ya, sobre todo cuando se invierten 20 millones de dólares en la producción. Más allá de eso es una película simpática tanto para chicos como para adultos, con una historia en donde de verdad mucho no se la jugaron, pero se deja llevar. En cuanto a la calidad gráfica es lograda, sobre todo los escenarios y los fondos, es evidente que pusieron mucho énfasis en este tema lo cual me parece que se llegó al objetivo. Como toda película infantil apela a la amistad, a lo desconocido, a enfrentar nuevos retos y a superar esos paradigmas que la sociedad a veces nos impone y nosotros seguimos a rajatabla sin hacernos ningún cuestionamiento. Un punto donde me pareció muy acertado es el tocar el tema de la importancia de la naturaleza y que debemos cuidarla, sobre todo en los tiempos que corren y tantos desastres el ser humano está haciendo con ella, espero que para las futuras generaciones esto sirva para tomar conciencia. Como puntos altos destaco el trabajo técnico de los efectos en cuanto a la animación, el acabado de los escenarios que son muy buenos, la personalidad de los personajes están acorde a lo que pide una película de este estilo. La musicalización es buena, a pesar de ser una aventura para chicos tiene varios chistes donde mas de una vez te van a sacar una sonrisa y para redondear un buen trabajo tiene un giro donde todos pensábamos que terminaba por un lado y nos termina llevando a otro. Más allá de esto en los puntos negativos encontramos que la historia es más de lo mismo en cuanto a las actuales producciones, si vieron "A Bug's Life" se van a dar cuenta de lo que estoy diciendo. Si bien mencione que tiene un giro al final "inesperado" termina concluyendo como todos esperamos. En consecuencia si no sabes que ponerle a los chicos un domingo para ver en casa, esta seria la típica película pochoclera para que los chicos se queden una horita y pico entretenidos.
Un relato únicamente para chicos menores de 8 años, colorida, con toques de humor, con cierto encanto y mensajes positivos. Pero cuando se recuerda o se la quiere asociar a films como: “Bichos: Una Aventura en Miniatura”; “Bee Movie: La Historia de una Abeja”, entre otras, uno nota que le falta mayor contundencia y mucho más trabajo creativo.
El espíritu de la colmena Es sabido que las abejas trabajan en equipo en la colmena, donde cada una realiza una función determinada bajo las órdenes de la Reina. Nadie puede salirse de la rutina laboral ni omitir el cumplimiento del deber de la comunidad. Son un ejemplo de organización y armonía. Ahora bien, ¿qué pasaría si una de ellas se sale de ese sistema de trabajo perfecto y constante? En La abeja Maya, la animación dirigida por Alexs Stadermann, la propuesta es justamente contar la historia de una abeja que se anima a salir de su colmena para enfrentarse a los peligros del mundo exterior. La abejita llamada Maya es una pequeña alborotadora que no para de cantar y hacer bochinche. Su espíritu libre y feliz la lleva a meterse en problemas con la antipática consejera de la Reina, quien la reta a cada rato por no cumplir con las reglas. Pero Maya no se puede quedar callada y dice lo que piensa. Además cuenta con el aval de la Reina, quien con cariño y comprensión le permite que haga lo que quiera. La consejera no tardará en planificar algo malvado: no darle de beber a la Reina su jalea real para que se debilite y así poder hacerse cargo del reinado y expulsar a quien quiera. Es así que Maya es expulsada de la colmena una vez que la consejera asume el cargo. Ahora tendrá que lidiar con los peligros del prado: el temido monstruo Gorgo y los avispones, los enemigos número uno de las abejas. La película, coproducción entre Alemania y Australia, se ve obligada a incurrir en la sobreexplicación por el público al que apunta (niños de muy baja edad). Para eso usa el método de la pregunta y respuesta. La animación sabe que sus espectadores necesitan que las cosas se expliquen claramente, para que nadie quede afuera. En La abeja Maya todos los personajes están dibujados con rostros simpáticos. No hay ninguno que tenga trazo agresivo, ni siquiera los malos. Y lo más destacable de la película es ese ánimo de rebeldía que tiene, con el que se intenta decir que no está mal salirse de la norma, siempre y cuando se esté siendo uno mismo.
Una abeja que no pica En el último tiempo varias producciones cinematográficas buscaron en el arcón de los recuerdos objetos de culto que pudieran ser reflotados con una mirada nueva, con la clara intención de generar una franquicia para reforzar el negocio. En el caso de La abeja Maya, La Película (Maya the bee, The Movie, 2014) producción de los alemanes Studio 100, retoma de manera literal aquella mítica serie de los años setenta al bucear en la obra literaria de Waldemar Bonsels, un clásico que supo conectar a los niños con la teoría progresista en la que el esfuerzo permitía cierto ascenso social y la posibilidad de cambio. La animación ha avanzado y los directores Alexs Stadermann y Glenn Fraser intentan reflotar el producto con una historia simple y lineal que seguramente pensaron para espectadores más pequeños. Ahí está la principal falla de una película que no termina de convencer ni a grandes nostálgicos ni a chicos curiosos. En los films animados es importante tener en claro cuál es el conflicto y el público. Este se confunde porque justamente Bonsels nunca imaginó una trama de hora y media para Maya. Como pasa con otra serie literaria, la de Thomas y sus Amigos, clásico inglés del padre Wilbert Vere Awdry, la anécdota sirve para aleccionar en pocos minutos a los niños sobre el bien y el mal sin posibilidad de tomar partido o rebelarse ante lo que se dice. La abeja Maya de los años setenta fue un suceso porque complementó a otros dibujos como Heidi y Marco que aportaban la cuota “realista” a la TV mundial, y a Astroboy y Mazinger Z ejemplos de la imaginación y especulación sobre el futuro deseado. La abeja Maya dotaba de la cuota de “naturaleza” necesaria para equiparar los contenidos y nutrir a los más pequeños de conocimientos sobre biología y ciencias naturales. Pero en a actualidad este mismo tipo de información circula por otro lado, y la débil curva narrativa que se plantea desde el guión no permite conocer más de un personaje que merecía un mejor trato y acercamiento. Maya sale al mundo y descubre un siniestro plan para robar la “jalea real”, el alimento que permite seguir con vida a la reina por parte de dos asistentes. Al ser detectada con esta información es echada de la colmena y, sumando amigos nuevos (la cigarra, el abejorro, la avispa, etc.), intenta advertir de alguna manera a los súbditos y así proteger a la reina. Esta línea se desarrolla a lo largo de una hora y media sin ningún tipo de empatía por el personaje y la historia que presenta, y así cualquier anécdota o moraleja que se quiera impartir termina por disolverse en el total de la película. La abeja Maya, La Película es un film animado que apela a su base retro, sabiendo que un público específico asistirá a las salas para recuperar al entrañable personaje, pero quizás termine rechazando la propuesta por no respetar su origen y mucho menos su espíritu libre y lúdico de la animación original japonesa.
Hay recursos que sin ser novedosos son efectivos. Y “La abeja Maya” es un claro ejemplo. La película, enmarcada en los registros más clásicos de la animación, es ideal para el público infantil. Porque sin tener la opulencia del cine industrial de Hollywood o de las productoras como Disney y Pixar, deja una moraleja saludable. La historia se basa en el libro “Las aventuras de la abeja Maya”, de 1912, y gira en torno de una abejita que sale del panal y, simplemente, quiere hacer lo que le gusta y no lo que le dicen. “Las abejas no sueñan”, le dice una institutriz que le pondrá de nombre Maya, sólo porque es el que corresponde a su número de nacimiento, el 396. La abeja irá conociendo el mundo, las desigualdades, las amistades, entre ellas un saltamontes músico que le enseña a cantar, y también los colores de la pradera. Hasta que, por obra y gracia de la villana de turno, caerá como sospechosa del robo de la jalea real. Y ahí sí que la cosa se pone complicada. Porque deberá demostrar que es inocente y además ir en búsqueda de justicia. En una espiral narrativa que desemboca en la figura de la heroína, los directores encontraron la vuelta necesaria para que la película tenga ritmo y culmine con un mensaje superador. La libertad y la rebeldía es clave, en un guiño para niños y grandes.
Pobre abejita Hay estrenos un tanto innecesarios, que poco vienen a aportar a la cartelera y al género al cual pertenecen. La abeja Maya: la película pertenece lamentablemente a esta categoría y sin ser algo terrible, no sale de la intrascendencia. De hecho, hasta es mucho más interesante el camino que ha recorrido el personaje, que fue creado en 1912 por el escritor alemán Waldemar Bonsels; tuvo una adaptación a la pantalla grande en formato documental codirigida por el mismo autor en 1926; arribó a la pantalla chica con una serie animada japonesa de 1975 que recién fue estrenada en Latinoamérica a principios de los ochenta; tuvo otra adaptación televisiva animada en el 2012; y finalmente llega al cine en esta coproducción entre Alemania y Australia. Más interesante aún es una interpretación -sustentada en algunos documentos de la época- que afirman que Bonsels era un antisemita de campeonato con tendencias filonazis y que en el relato de La abeja Maya trasladó buena parte de su visión sobre el mundo a través de una trama donde, si se indaga con un poquito de atención, se puede detectar un tono militarista y totalitaria que coquetea con el racismo. Y aunque es cierto que el film utiliza un argumento similar a la obra original, habría que empezar a forzar mucho la nota para hablar de racismo, nazismo, totalitarismo, militarismo o antisemitismo, y ni un Ricardo Forster trasnochado se animaría a tanto. Es que lo que pasa en la película de Alexs Stadermann es altamente inofensivo, ya que al director sólo le importa contar la historia de crecimiento de la abejita del título, que es muy traviesa y no se adapta a las reglas de la colmena, lo cual la hará meterse en problemas que la sobrepasan, quedando en medio de una intriga palaciega -donde se quiere derrocar a la abeja reina simplemente porque es buena- y sólo pudiendo confiar en su mejor amigo Willy. Lo cierto es que Stadermann tampoco se muestra como un realizador sumamente talentoso y nunca consigue darle una vuelta de tuerca a una trama que contiene demasiados aspectos ya previamente transitados en el género, y que encima depende en exceso de bajadas de línea donde pareciera que no se dirige a un público infantil, sino a un público con problemas de aprendizaje. De ahí que La abeja Maya: la película sólo tenga para ofrecer un diseño visual muy atractivo, con un trabajo muy cuidado sobre la paleta de colores. Y aunque esté lejos de las trampas ideológicas y narrativas de un producto como Metegol, está condenada a la misma insignificancia.