Cruel venganza de un arte
La joven pareja de Kelly (Ashley Greene) y Ben (Sebastian Stan) se mudan a una enorme mansión en Palmdale en California, perteneciente a los padres Kelly, a la cual prometieron cuidar mientras ellos se ausenten de la ciudad. Ya instalados en la ostentosa casa, los jóvenes empiezan a experimentar fenómenos paranormales: desde el corrimiento de un mueble, la muerte de un perro, la aparición de puertas abiertas, hasta manchas de moho en las paredes. Aunque los sonidos pueden llegar a sonar aterradores, la película nunca llega a un episodio límite. Sólo la ayuda de un experto en lo sobrenatural, amigo de la adolescencia de Ben, podrá ayudarlos a desligarse del ente que los acecha, que resulta ser una presencia que invocaron años atrás en un experimento inocente. Tras varios días en la casa y pese a que los episodios son cada vez más frecuentes, la pareja no decide irse, sino quedarse a investigar qué está sucediendo. Pues si la pareja se dejaría guiar por la lógica e irse de la casa, se terminaría la película, o incluso, duraría cinco minutos. ¿Conclusión? Una película sin ningún tipo de argumento, con diálogos vacíos y poco atrayentes.