Es difícil ser objetivo cuando una historia con la que uno creció, tiene una nueva versión. Seguí el proceso de cast y las comunicaciones con mucha ilusión y me senté en la butaca lista para disfrutarla. Y me transportó a esa misma sensación de cuando la vi por primera vez y la sonrisa no se me borró.
Disney ha estado apostado a que sus clásicos cobren vida hace unos años. Honestamente, entre malas decisiones de cast y una superabundancia de parafernalia estética, se borraba un poco la magia, para intentar traer forzadamente al siglo XXI a las princesas clásicas. La diferencia es que Belle no es una princesa plana: es la apasionada de la lectura, la que cuida a su padre, la que tiene las ideas claras y la que no quiere casarse con el lindo del pueblo sino vivir aventuras.
Si a esto sumamos la relación con la Bestia, este tipo cínico y caprichoso que no espera conmoverse frente a ella, es una base demasiado adorable como para resistirse. Como todo musical, podemos dividirlo en dos actos. No, no se ilusionen que no es la estructura de Broadway ni canta “if I can’t love her”, pero el primer acto es exactamente igual que la versión animada, lo que salda esa deuda y las ansias del público.
En el segundo acto se dan el lujo de mezclar con algunos elementos nuevos como un rol aún más activo en ella y un nuevo tema para él. Y coronamos con una nueva canción de la mano de Celine Dion quien también hizo el dueto para la versión animada y todo parece un paquete cerradito. Claro que tiene algunos detalles innecesarios o que intentan hacerlos en una determinada época que la fábula nunca pide.
“Una aldea en Francia que está en los límites de un castillo” después del “Había una vez” no tiene por qué estar seguido de pelucas blancas, lunares pintados y La Peste Negra. Sin mencionar algunos saltos un poco alocados de los personajes de un punto a otro. Sumando a que la pareja principal es bastante Brittish como para ser franceses (sonrisas de medio lado, nunca jamás un beso apasionado).
Habiendo dicho esto, todos los personajes secundarios son alucinantes. Luke Evans como Gastón es divertidísimo y su dupla con Josh Gad (LeFou) es excelente. La batería de secundarios eleva a un nivel de espectacularidad que estamos acostumbrados a reconocer en Disney y que nunca decepciona.
Stanley Tucci, Ewan McGregor, Ian McKellen, Emma Thompson y Kevin Kline llevan el encanto de los hechizos a un nivel impecable. La música, nuevamente de la mano de Alan Menken, tiene la combinación perfecta de la original con nuevos temas y los estudios dan vida a ese cuento que hace que por momentos nos olvidemos del CGI y de los datos innecesarios y volvamos a ser niños. No todo en el cine implica ser objetivo. A veces, solo tenemos que dejarnos llevar por la magia.