Otra película de terror llega a la cartelera. En este caso, dirigida por Dan Bush y escrita junto a Conal Byrne, “La bóveda” parte de una premisa que podría haber resultado interesante: el robo a un banco con rehenes en un mismo lugar donde décadas atrás otro robo con rehenes resultó en un final catastrófico con las víctimas torturadas por un enloquecido ladrón, y en cuya bóveda, el único lugar del banco que cuenta con una cantidad de dinero importante (al menos la que los ladrones quieren o necesitan), residen los fantasmas de aquel fatídico desenlace.
Los problemas con esta película son varios y, más allá de la poca inspirada dirección, la mayoría radican en un guión al que se le ven los hilos, lleno de huecos y personajes mal construidos.
Los ladrones son tres hermanos: dos mujeres que parecen luchar por tomar la posta (una interpretada por Francesca Eastwood, una de las hijas de Clint, y la otra por Taryn Manning, más conocida por ser Pennsatucky en "Orange is the new black") y un tercero que parece ser el más sensible y dócil, aunque nunca se termine de explotar este costado.
Afuera hay un detective (Clifton Collins Jr.) que poco va a aportar más allá de lo funcional. Y dentro quedó un personaje bastante tranquilo y callado, excepto para decir lo justo y necesario, interpretado por un anodino James Franco (nada más alejado que su reciente trabajo en su propia película, “The disaster artist”).
Es el suyo un poco el personaje que va moviendo el relato, el que brinda menos información que la que tiene pero la suficiente como para que ciertas cosas vayan de a poco saliendo a la luz.
“La bóveda” no funciona como película de robos a bancos porque no logra ni siquiera construir la tensión necesaria pero tampoco funciona como una de terror, más allá de algunos pequeños atisbos, porque no consigue ni buenos sustos. Se mueve entre varios subgéneros, incluso intenta conseguir algo de drama familiar, pero fracasa en su indecisión. La vueltita de giro al final resulta poco sorprendente y original.
Las motivaciones de los personajes nunca terminan de ser claras (con quién y por qué tiene ese muchacho esa deuda tan terrible).
El film comienza cediendo espacio a la figura del detective, dando algunos atisbos de su personaje, y luego prácticamente desaparece hasta que le conviene a la historia. Todo termina resultando un revuelto de ideas (algunas mejores que otras) sin el trabajo suficiente y deriva en un producto tan aburrido como inverosímil. El problema principal de “La bóveda” es que ni siquiera entretiene.
Es una película de terror, si es que elegimos ese género para etiquetarla, sin gracia. A la larga, los rasgos del film que podrían haber sido interesantes terminan todos desaprovechados en una más de esas películas de terror clase B que llegan a la cartelera con cierto atraso.
Un género donde se puede hacer mucho con poco siempre y cuando haya buenas ideas y se sepa qué hacer con ellas. Acá nadie sabía qué hacer con una buena idea.