El terror más efectivo
Una nueva producción de este taquillero género se estrena este jueves para mostrarle a muchos realizadores cómo se debe llevar a la pantalla una obra de estas características
El Bebé de Rosemary, considerada una de las mejores películas de terror de todos los tiempos, nunca se vio en pantalla.
La Bruja tampoco.
Por alrededor de una década, varios directores de cine de terror le estuvieron tratando de hacer creer a los espectadores que cuanto más explícita y asquerosa es una escena, más miedo ocasiona.
Pero lo cierto es que el ser humano le teme a lo desconocido, por lo que un montón de tripas en el piso sólo ocasionan un poco de morbo pero no terror.
Por suerte existe un director que se llama Robert Eggers que logró lo que parecía imposible: asustar sin mostrar. Y eso para porque La Bruja es así: una película que recurre a la propia imaginación del espectador para qué este decida qué es lo que la villana hace y lo que ocurre por la propia naturaleza de sus personajes.
La historia lleva al espectador a la Nueva Inglaterra de 1630 cuando una familia decide separarse de una de esas comunidades ultrarreligiosas y asentarse por su lado en una granja que construyen en los límites de un bosque.
Lo que no saben William y su familia es que en el bosque se esconde un poder oculto que los hará pasar las mil y unas penurias comenzando por la desaparición del bebé de la familia, Sam.
La bruja está filmada con estilo que evoca de alguna manera el surrealismo alemán de la década deñ ´20 que tantos adeptos ganó merecidamente gracias a producciones como Nosferaru y el Gabinete del Doctor Caligari. Precisamente, Eggers, que ganó el premio del festival de cine independiente de Sundance por este trabajo, será el encargado de llevar a cabo la remake de Nosferatu en un futuro próximo.
Lo que debe entender el espectador antes de someterse a esta experiencia es que no se va a encontrar con un film "tradicional" sino, muy por el contrario, La Bruja es más parecido a uno de esos cuentos de la abuela que no siempre terminaban de la mejor manera.
El director utiliza la cámara y hasta los efectos especiales para desarrollar a los personajes, ninguno de los cuales es más importante que el otro –salvo quizá por la bella Anya Taylor-Joy que tiene algunos minutos más de cámara- y el resultado termina siendo poco más que sorprendente con el uso de filtros y luces y sombras.
Cabe sólo recomendar esta película a todos los amantes del género así como también a los cinéfilos que le huyen al terror pero que encontrarán aquí arte en su estado más puro.