Sustos navideños
A dos años de su realización, llega a las pantallas una co producción entre los Estados Unidos y Colombia que busca asustar con uno de los recursos más efectivos del género de terror.
Las películas de posesiones deberán lidiar de aquí a la eternidad con su gran demonio y que no es otra que El Exorcista, que William Friedkin filmó con maestría hace ya más de 40 años pero permanece en el podio de ese subgénero.
En esta ocasión, llega a las pantallas porteñas La Cabaña del Diablo, conocida también por los títulos de Gallows Hill y The Damned en otras partes del mundo, la última obra del director catalán Víctor García filmada en Colombia con capitales norteamericanos.
El argumento es simple: David es un viudo a punto de contraer nuevas nupcias con su novia Lauren y ambos viajan a Colombia para localizar a la hija adolescente del hombre, Jill y llevarla a los Estados Unidos para la boda.
Pero la joven no desea moverse de ese país, donde se encuentra con su tía periodista Gina y su novio, el camarógrafo Ramón y todos emprenden un viaje a Bogotá que se ve truncado cuando, en medio de una tormenta que arrecia, el automóvil en el que se desplazan se desbarrancan.
Medio heridos, llegan a una gran casona donde los recibe Felipe, un hombre ya mayor que, a pesar del recelo inicial, lo cobija,
Pero Jill descubre la voz de una pequeña niña en la casa y, siguiendo el rastro descubrirá un terrible secreto que Felipe lleva ocultando por décadas.
La Cabaña del Diablo es un filme que debería haberse estrenado hace ya dos años pero que, con la prisa con la que las distribuidoras colocan y sacan títulos de las carteleras, se terminó quedando guardado y fue "sacrificado" en la Navidad, una época en la que la concurrencia a los cines disminuye y mucho, para cumplir con la cuota de estrenos y la verdad es que, al verlo, se entiende la causa ya que nos encontramos con una producción menor, de bajo presupuesto y con una historia vista ya mil veces dentro de los cánones del género.
García hace lo posible para imprimirle su sello visual –visto ya en la octava secuela de Hellraiser (Revelations)- y le agrega algo de suspenso y tensión al relato pero el guión no ayuda ya que cae en muchos lugares comunes y clichés del género.
Detalles inexplicables como un personaje que comienza a hablar en inglés de un momento a otro, o ciertos detalles colocados a presión no contribuyen mucho con el filme, que sin embargo satifará las necesidades "de sangre" del público afecto a estas producciones.