En los primeros minutos, nada parece diferenciar The cabin in the woods con las cientos de propuestas del género que se estrenan anualmente. Sólo resta esperar algunos minutos para descubrir que estamos frente a una de las más originales reinterpretaciones de lo que debería ser el terror en cine. No será una obra maestra, es cierto, pero pocas películas logran utilizar todos los lugares comunes, reírse de ellos y barajar de nuevo para generar auténtico suspenso.
Cinco universitarios deciden pasar un fin de semana alejados de la ciudad y viajan hasta una desolada cabaña en medio del bosque. Silencio, sol, lago paradisiaco, algo de sexo y mucho alcohol. Hasta que una maldición despierta de entre la tierra y de más allá de la vida y ahora ellos deberán luchar por sobrevivir mientras son monitoreados por decenas de cámaras de televisión que los han convertido en ratas de laboratorio de un inmenso y sanguinario reality show.
Planeando el fin de semana en la cabaña, uno de los personajes reflexiona sobre la vida en la ciudad y critica el modo en que la sociedad aprisiona a las personas: todo es grabado, archivado o subido a Internet. Es precisamente esta critica/ironía la que se materializará con el correr de la historia al quedar ellos mismos inmersos en un sádico juego televisivo donde el dinero y las apuestas por ver quien morirá primero están a la orden del día. Esta versión escalofriante de “The Truman Show”, por tratar de encontrar cierta analogía con producciones anteriores, se nutre de una metanarración impecable donde la realidad televisada y controlada desde un equipo de producción incluye sacrificios humanos y tributos de algún culto que se redime con sus dioses a base del derramamiento de sangre. Que la teología sea EL tema que subyace debajo de la historia a lo largo de toda una cinta de terror actual es un logro impresionante.