Derribando la cuarta pared…
No cabe la menor duda que históricamente muy pocas películas mainstream han apostado por una modalidad de representación reflexiva vinculada a poner en cuestión el cómodo lugar del espectador, trabajar las asperezas de la estructura narrativa y en especial señalar al dispositivo de la enunciación en tanto mecanismo constructor de ficción. Pese a quien le pese el rótulo, esta técnica onanista de alcance intelectual constituyó un verdadero fetiche para la Nouvelle Vague, fue interiorizada por el “Nuevo Hollywood” de la década del 70 y en nuestros días no pasa de ser un recurso para el latiguillo cómico símil Quentin Tarantino...