La nueva película de Eli Roth (Hostel), basada en la novela de John Bellairs, relata la historia del pequeño Lewis Bernavelt (Owen Vaccaro), que tras haber perdido a sus padres en un accidente, debe irse a vivir con su solitario y extravagante tío Jonathan (Jack Black).
Sorprendido por el estilo de vida que lleva su tío, Lewis descubrirá un universo totalmente nuevo para él: relojes por doquier, una nueva escuela y compañeros, y la formación de un vinculo muy particular con su tío, y su inseparable amiga Florence (Cate Blanchett).
El nudo y desenlace de la película se encuentran ligados al descubrimiento de un secreto que se mantenía oculto, y con la vuelta a la vida de Isaac Izard (Kyle McLachlan), quien está dispuesto a todo para poner en funcionamiento el reloj que tiene la fuerza de terminar el mundo.
El personaje de Lewis aporta ternura, y la dupla Black – Blanchett funciona muy bien, con escenas y diálogos divertidos, sin embargo, si bien la película cuenta con elementos técnicos de gran calidad, sobre todo aquellos ligados a los efectos especiales y el diseño de arte, la historia no logra conmover ni atrapar durante su desarrollo, que por momentos se vuelve demasiado extenso.
Eli Roth, conocido por ser un director de películas de terror como Hostel y Cabin Fever, entre otras, quiso indagar en el género fantástico, y su labor resultó demasiado pretenciosa: la fusión de lo fantástico, con escenas cómicas, y un trasfondo de “terror” que incluye a un malvado en busca de venganza, termina siendo confusa y forzada. Si bien por momentos entretiene, no alcanza el resultado que se hubiera esperado de la producción y el elenco con los que cuenta “La casa con un reloj en sus paredes“.