Harriet Vanger, heredera del imperio familiar, desaparece una tarde de primavera sin dejar rastro alguno. Desde aquel día, su tío Henrik comienza una búsqueda con la intención de dar con su asesino y recuperar el cadáver de la joven. Sin embargo, cada año para su cumpleaños, el magnate sueco recibe una flor disecada, el mismo presente que Harriet solía hacerle en vida. ¿Por qué el homicida se empeña en torturar al anciano? ¿Cómo es posible que nadie recuerde algo de aquella tarde?
Cuarenta años después, el periodista Mikael Blomkvist, quien se encuentra enfrentando cargos por difamación, es contactado por Henrik para reabrir el caso.
Lisbeth Salander, una inestable hacker, se convertirá involuntariamente en su asistente y ambos comenzarán a desarmar una red de misoginia y antisemitismo que viene rondando esta isla escandinava desde hace varias generaciones.
Considerar a “La chica del dragón tatuado” una remake de “Los hombres que no amaban a las mujeres” es partir de una premisa errada. Lo cierto es que ambas producciones son reinterpretaciones del best-seller de Stieg Larsson y cada una se consolida mediante logros propios. En la versión de David Fincher sería redundante halagar sus cualidades como director, pero si cabe mencionar la simplificación que se hizo de la historia, haciéndola más permeable para un tipo de público que no accedería a ver la versión sueca. A pesar de ello, las escenas de violencia son de una crudeza terrible, lo que explica la calificación de apta para mayores de 18 años otorgada por el INCAA.
El guión de Steven Zaillian introdujo algunas pequeñas grandes modificaciones con respecto a su original literario pero, críticas mediante, estos cambios sirven para reducir las 665 páginas originales a un filme de casi 160 minutos. El correcto trabajo de Daniel Craig se ve reducido gracias a la avasallante presencia de Rooney Mara, poseída por el espíritu de Lisbeth, ese gran personaje contemporáneo que nos regaló Larsson en su trilogía Millennium.
Asimismo, la edición y la musicalización (a cargo de la misma dupla responsable de la partitura de “Red social”, Trent Reznor y Atticus Ross) son impecables.