La bestia debe morir
Muy rara vez un proyecto típicamente mainstream encuentra un equipo creativo y técnico capaz de explotar con sabiduría las posibilidades que su misma esencia ofrece: todos los que vimos Los Hombres que no Amaban a las Mujeres (Män Som Hatar Kvinnor, 2009), la adaptación cinematográfica sueca del best seller mundial de Stieg Larsson, sabíamos que pronto llegaría la versión norteamericana de la historia y hasta conjeturábamos que pocos en Hollywood respetarían los detalles escabrosos, la mayoría los evitaría con rapidez. Ahora bien, el anuncio de que David Fincher sería el realizador encargado de semejante tarea trajo mucho alivio considerando sus antecedentes y la aspereza del material de origen.
Hoy con los resultados a la vista podemos afirmar que La Chica del Dragón Tatuado (The Girl with the Dragon Tattoo, 2011) es un verdadero ejemplo de lo que ocurre cuando los factores involucrados funcionan en consonancia logrando que prevalezca no sólo el conjunto en tanto “todo armónico” sino también aquella inteligencia formal que desde el inicio ha sido una de las “marcas registradas” más envidiables del director (de hecho, el film comienza con una extraordinaria secuencia de CGI que presenta a seres humanos de una consistencia símil alquitrán en constante proceso de destrucción). Nunca se subraya lo suficiente el talento de Fincher a la hora de narrar una cacería articulando el devenir visual.
Nuevamente tenemos una estructura dividida en dos partes bien específicas: en la primera conocemos a los dos protagonistas principales, el editor en crisis de la revista Millennium Mikael Blomkvist (sale Michael Nyqvist, entra Daniel Craig) y la investigadora freelance y heroína psycho punk Lisbeth Salander (Rooney Mara reemplaza a la increíble Noomi Rapace). Mientras que él acaba de perder un juicio contra el turbio empresario Hans-Erik Wennerström, ella por su parte sufre de abusos sexuales a manos de su nuevo tutor legal Nils Bjurman (Yorick van Wageningen). Llegando a la segunda mitad ambos se encuentran y trabajan en conjunto para resolver un caso que prácticamente le cae del cielo a Blomkvist.
Bajo la fachada de redactar sus memorias, el multimillonario Henrik Vanger (Christopher Plummer) lo contrata para indagar en el macabro árbol familiar con vistas a descubrir al asesino de su sobrina Harriet, una adolescente cuya misteriosa desaparición durante una velada en la isla propiedad del clan lo ha perturbado por más de cuatro décadas. El guión de Steven Zaillian cuenta con varios puntos a favor que lo diferencian de su predecesor: más allá de que por suerte se evitó el traslado a suelo estadounidense y se mantuvo el contexto original, estamos ante un relato de índole clasicista mucho más balanceado y con menos componentes de denuncia aunque sin perder la contundencia y el tono hardcore de la saga.
Por supuesto que mención aparte merece esa sutil “sustitución de temperamento” que se implementó en el desarrollo de personajes propiamente dicho: si en el convite pasado Mikael era un poquitín naif y Lisbeth extremadamente furtiva, ahora se produce un enroque en el que el primero pasa a ser más rudo y la segunda sorprende con atisbos de “salidas emocionales”, señalemos en contraste esa crudeza fundamental que aún conserva. Al igual que en Red Social (The Social Network, 2010), aquí Trent Reznor y Atticus Ross vuelven a brillar con una banda sonora de ribetes industriales combinando ambient, programaciones in crescendo y mucha perspicacia hipnótica en la línea del Ghosts I-IV de Nine Inch Nails.
Sin dudas Fincher entrega una nueva adaptación de la novela más que una simple remake: con un gran respeto y paciencia para con la trama y sus móviles, el cineasta logra esquivar la polémica imponiendo su criterio en la construcción de una Salander distinta (con rasgos más “femeninos” si se quiere) y en la pequeña modificación introducida en el desenlace (que por cierto reproduce el final concebido por Larsson). Desde la apertura con Immigrant Song de Led Zeppelin a cargo de Reznor y Karen O hasta el cierre con Is Your Love Strong Enough? de Bryan Ferry por How to Destroy Angels, la premisa central continúa orientada hacia el ajusticiamiento de esos monstruos enquistados en el poder político y económico…