Sin la rigurosidad de una elaborada biopic y con el foco puesto en las dificultades que implica ser mujer en un ambiente históricamente dominado por los hombres, la cinta dirigida por Phyllida Lloyd muestra a Margaret Thatcher tratando de abrirse paso en el mundo de la política para convertirse en Primer Ministro de su país. Desde un presente marcado por los delirios, las remembranzas de un pasado poderoso y la inestabilidad emocional a flor de piel, el guión de Abi Morgan nos lleva a conocer a la joven dama, hija de un comerciante, que decide formarse para defender sus creencias y regir la vida social de sus conciudadanos.
La gran Meryl Streep, quien interpreta a Thatcher a lo largo de casi treinta años, es el gran bastión que salva a la película del desastre total. Es sabido que Lloyd no es una virtuosa directora (su debut con “Mamma Mia!” fue respaldado gracias a la alegría que la música de ABBA desparramaba por toda la pantalla) y aquí, sin todo el artificio de su filme anterior, este hecho queda en evidencia. Sumado a ello, una edición poco lograda que tiene sus peores momentos cuando trata de amalgamar imágenes de archivo con escenas rodadas especialmente para la película, terminan por restar calidad a la propuesta. Sólo Streep y su oscarizable tour de force merece la visión de la cinta y justifica esta calificación.