El que sirve los tragos
Bob Saginowski (Tom Hardy) trabaja en un bar de Brooklyn, de esos a los que llaman "Drop bar", es decir bar de entregas; se les dice así porque por esos bares corren por debajo de las mesas los sobres que contienen dinero de apuestas ilegales y otros dineros en negro, que luego son recolectados por los mafiosos del barrio.
Pero Bob no es parte de eso, él atiende el bar y mira para otro lado. Su jefe y primo Marv (James Gandolfini) solía ser el dueño del lugar que ahora regentea, pero su adicción al juego hizo que el bar terminara en manos de unos mafiosos chechenos para los que ahora debe trabajar -y obedecer-, algo que detesta, pero no tiene opción. La vida de Bob es más simple, no parece cuestionarse demasiado las cosas, el bar es así, y las cosas son así. Él solo sirve los tragos.
Luego de que dos ladrones asaltan el bar y se hacen con la caja las cosas se complican, la policía entra en escena, y los chechenos solo quieren recuperar su dinero. Tratando de evadir a un molesto policía que investiga el caso, los empleados del bar tratarán de recuperar la plata y devolvérselo a sus dueños sin que nada salga a la luz.
Dos historias se desarrollan en paralelo, el asalto al bar y sus consecuencias, y la relación que Bob construye con un cachorrito al que encuentra abandonado en la basura que parece despertar su lado humano y protector, especialmente cuando el dueño anterior aparece para reclamarlo y el hombre en cuestión es un peligroso criminal, al que le encanta dar a conocer su prontuario y se ha adjudicado el asesinato de un joven del barrio, que la policía nunca resolvió.
La tensión crece, Bob y Marv se ven cada vez más cercados, acorralados por circunstancias de las que no pueden escapar, y ante las que reaccionaran de diferentes maneras, cuando el desenlace de la historia nos sorprenda a todos.
El preciso e interesante guión de esta película está escrito por Dennis Lehane, autor de "Mistic River" y "Gone, baby, gone", quien sabe cómo reflejar a la perfección esas historias escondidas en los lugares más bajos de la ciudad, donde los mafiosos ocupan un lugar importante, y cuando alguien pide justicia, difícilmente recurre a la policía.
La fotografía y la música que pasa casi inadvertida, construyen un clima oscuro, turbio, y pesado que refleja a la perfección el alma y la situación de sus protagonistas, en un lugar donde la ilegalidad es cosa de todos los días, y para poder sobrevivir más importante que decir es hacer.
La historia es potente, bien construida, atrapa desde el comienzo, y tiene un final tan contundente como inesperado, pero es la brillante actuación de Tom Hardy la que la convierte en un gran película.