No fui con muchas expectativas a ver esta película. Me molestó no poder verla subtitulada (en algunas salas nada más pueden verla en idioma original) y la anterior entrega había sido tan floja que no cabía pensar que podría ser muy buena. Aún así, nada le quita el mérito de que entretiene y que logra mechar el gag con la situación dramática para crear un buen ritmo y una historia divertida.
Para esta entrega, algunos retoques en el equipo de directores, Steve Martino y Mike Thurmeier (habria dirigido la anterior con Carlos Saldanha) y el rumor de que los guionistas habían barajado la opción de congelarlos y hacerlos aparecer en el presente, nos hicieron pensar que la franquicia estaba perdiendo el rumbo, pero no. No esperen nada muy especial pero sí, más de lo que la hizo exitosa.
El foco de la película, como ya es costumbre, es la ardilla que en su persecución eterna a su bellota plantea el escenario en el que se van a desarrollar los hechos. En este caso son la serie de desastres naturales que llevaron a la formación de los continentes. Y si de éstos hablamos, en un momento hay hasta un muy buen guiño a Atlantis.
Los personajes de siempre volvieron pero esta vez la hija de Manny, el mamut, es adolescente y quiere encontrar su espacio y personalidad frente a un padre sobreprotector. La manada sigue siendo tan diversa como siempre pero se suma un topo que es el mejor amigo de la nena. Gran cliché, en plena pelea de padre-hija, un accidente los separa y será el esfuerzo de Manny por volver a casa con su familia el motus de la aventura.
Si la tierra está tan inestable, es mejor vivir en el mar pero el mar está rodeado de icebergs que son barcos de piratas. El peor de todo es un simio sanguinario que funciona muy bien como anti héroe.
Algunas pinceladas de romance y la inclusión del personaje de la abuela de Syd, que es definitivamente lo más gracioso del film, lo levantan por momentos pero no deja de ser una fórmula predecible y repetida. La calidad de los dibujos es buena, pero el 3D no es maravilloso.