Una de acción que vale la pena
En la senda de La gran estafa, el director regresa a una fórmula efectiva. Y lo encuentra en su mejor forma.
Ni siquiera cinco años pasaron desde que el multifacético Steven Soderbergh anunció que, después de veinticinco años de carrera, se retiraba del cine porque estaba cansado y había perdido la pasión. Sodebergh se dedicó a la atractiva serie The Knick sobre un hospital a principios del siglo pasado en Nueva York y, después de un par de temporadas, el cineasta está de vuelta en Hollywood con La estafa de los Logan, una de las mejores películas de su carrera y de este año en la cartelera.
Dos hermanos tratan de salir de las malas robando un autódromo durante una carrera de Nascar en el sur de los Estados Unidos. Pero las cosas no son tan fáciles para los hermanos interpretados por Channing Tatum y Adam Driver. Ellos llevan en el cuerpo el peso de una supuesta maldición familiar: el mayor quedó rengo por una lesión que lo alejó de un futuro profesional deportivo y hasta le costó su trabajo como obrero, el menor perdió un brazo en Vietnam y trabaja en la barra de un bar. La pistera hermana de ellos, que no lleva signos de maldición alguna, también se suma al plan. El equipo se completa con el especialista en explosiones y cajas fuertes Joe Bang (Daniel Craig), que está en la cárcel y necesita escaparse para el robo y volver a prisión sin que nadie se entere.
El plan es disparatado, pero el ex deportista lo cuenta con tal pasión que todo aquel que lo escucha siente que tiene posibilidades. Lo único más atractivo en la película que esa idea alocada, que se complica cada vez más cuando empiezan a sumarse imprevistos, es el nivel de las actuaciones de un nuevo elenco multiestelar a las órdenes de Soderbergh. Todos parecen pasarla bárbaro al disfrazarse jugando con el acento sureño y sus códigos culturales, y esa sensación de felicidad traspasa la pantalla sin filtros a medida que los Logan y sus secuaces van sorteando complicaciones.
Soderbergh no abandona jamás la liviandad y el registro de la comedia, pero eso no implica que el cineasta no se tome en serio el suspenso que genera el asalto ni que se desentienda de hacer comentarios sobre las divisiones y desigualdades de la sociedad americana. La estafa de los Logan se parece a una mezcla entre Un romance peligroso y la trilogía de La gran estafa- El parate le sentó bien a Soderbergh, que no sólo parece haber recuperado la pasión por el cine que ya no transmitían sus últimos filmes, sino que de yapa encontró el método, según reconoció él mismo, para tener el control absoluto y hacer la película a su manera, sin ceder ante la interferencia de ningún estudio.